sábado, 29 de diciembre de 2018

En el jardín, las Almas respiran

Han florecido los niños y siempre son dos,
inician el viaje esperando destruir un Mundo,
cuando ha llegado se siente estremecer dentro.

Ellos esta vez mirando cálidamente el paisaje recuerdan lo que habían sido, y frente a todos entonan, firme, serenos, la inocencia perdida. Siempre fueron los temas que tenían que ver con nosotros,  ayer el sentimiento inundó mi habitación y no tuve nada más que hacer que quedarme desnuda mirando el paisaje, fortaleciendo una parte, la más bella.

En el jardín donde las flores eran más brillantes que ayer, solían vivir cuentos los que habitaban triunfantes. Los vi corriendo, cuando con su furia los atrapó, y queriendo unos ojos a la altura, se rió cuando sólo entendían unos pocos. No tenía más razones para quedarme, se me habían acabado todas las ideas y el silencia no se hallaba necesario. Pero la vi, mirando al Mundo como ellos lo desean, siendo paraíso exacto de aquellos heridos. Algunos murieron para permanecer inalterables, algunos se quedaron de pronto pasmados, cuando en el calor de sus ojos se hallaban desnudos. Y de pronto el final sólo es un río de plata que te baña los pies, y descansas, y miras, tentando al dolor y entrar profundo.

En un sueño es peor, te contó que pronto la furia natural derrumbaría Mundos y arrasaría con todo, tú quedarías quieta, cuando te diste cuenta que mirar desde allí sintiendo, era más intenso que el Sol. ¿Acaso los secretos eran reales? Eso que escuchaste, cuando enrealidad no debías.

Repetimos la marcha de la vida, siempre dos; y a veces creían que sólo ellos podían tentar al destino, repetir las palabras perfectas, arrancar las flores del jardín; la ira penetrante.

Y seguían siendo aquellos, detenidos, imperfectos, ruidosos. Esos que aún preferían ir al campo cuando era una elección desesperada para reparar un poco.

No tengo nada que decirte a ti, que eres pura gracia divina, en mi jardín te pongo como una flor y te dejo descansar, te pongo un niño que corre para distraer la imagen ideal del paraíso y al caerse llora.

El pensaba que necesitaba escribirle, y nuevamente al que ya no esperaba me susurro, mirándome fijo: "en cada Mar hay una orilla"









miércoles, 17 de octubre de 2018

La confesión

Empecé a escribir sin haber conocido de que se trataba, y volqué una parte, la más clara, muriendo una vez más en el viejo Mundo. Aquellos me recibieron y adoptaron, como una más; los vi completos, y me deslumbré ante ellos. Quisieron que una vez más se repitiera el Mundo, los seguí, sin prisa, y hondamente me inundé, hasta poner fin a lo que llamábamos real.

Y lo volví a ver, y los encontré nuevamente, uno por uno, reunidos en un vaivén de emociones. Aquí confiero una página, y también sueños de los que tengo que hablar. Ayer perdí a algunos y a mí. Hoy los vuelvo a encontrar:

Este canto es unión y belleza, te observo frío
crearon para ti algo esencial, y viniste a marcarme,
el ritmo suave se asemeja a la fría mañana de lluvia,
nos levantamos sólo al calor del Alma, pequeños somos.

A veces por las mañanas, me acomodo fuerte sobre mí. Porque es difícil decir algunas cosas y lloro. Y aquí sentada nuevamente ante la Gran puerta me prueban, y no acepto tales tratos, porque una vez me quisieron también, pero el Mar era inmenso y el Sol quemaba. Ya no me dejes sin descuidos, ya no intentes decirme cosas al oído. Basta nuevamente que estamos juntos en esto, y no partiré sin decir adiós, fuiste generoso.

Los lleve como siempre al bosque, inundado de calma, y esa furia acumulada se volcó sobre los árboles que ardían cándidos. Vieron ellos todo, mientras el bosque se hacía inmenso. Llevo años contando historias, y me pierdo aquí, donde los hombres son enormes y las danzas en la noche caen desarmadas.

Me calmo un poco, tomo un té al comienzo, pienso en mis días y no es cómodo. Como decirle la verdad, como expresar que ese viejo huraño que sabía mucho estaba aquí, sentado ante el umbral, recitándome al oído sus historias de Mar. Y creamos un niño, el más necesario. Te cuento que está sano y a crecido presuroso, el calor de sus ojos seguirá inundando todo como lo hicimos mil veces. Se tuerce y se retuerce gritando que está vivo, sólo yace de puerto en puerto, el Mar le ha dado hogar, cuando el viaje es siempre la casa. ¿Llegará a verme algún día? ¿Se enterará que nosotros tramamos algo? .

El viento lo ha llevado en su vientre,
La Tierra es su nodriza.
Claro es el camino de oro, sus pies retoman el camino.


Tú abuelo te ha dejado algo, en el verde puerto de las Islas nuevas, conocerás una mujer, que de oro siembra flores en su jardín. La luz de sus ojos iluminará tú alma, yaces sólo y volverás al centro y a todas partes. 

El niño corre, el niño llora, el niño cae sobre una gran fosa hasta el fin del Mundo. Dormiste entre cadáveres y entendiste algo. Tus emociones afloran como la selva africana. Quédate quieto un momento, voy a decirte unas cuantas cosas ciertas:

No deslumbres, tropieza, el nido de pájaros está pronto a volar. Es la época donde florecen todas las cosas, tomas tú copa y antes de que despierten te tomas la última gota. Para ti a sido único, el día en que te vimos nacer, no estás cerca aún pero te veo claro. Lejos estás y pareces maduro. Las frutas dulces son buenas, el jardín se ha llenado de colores, tu tortura es la época de la verdad. 

Querido amigo poeta, si has leído esto, significa que ha pasado mucho tiempo, disfruto de la tormenta y con calmado compromiso vivo la vida. Me enamoro cada día, y la muerte me pisa los talones. No te escribo, no pretendo conocerte. En las mañanas me retuerzo y vomito, caen lágrimas negras en el piso frío. Hago tremendas tragedias para sentirme interesante cuando habito como un bicho mi habitación vacía. Demasiado serio es inútil. Cansado con dolor me acuesto, en mis sueños ajeno vivo más. Afuera de mi casa hay un árbol de manzanas, subo de vez en cuando por sus ramas y respiro, el viento agita sus ramas. El viento agita de vez en cuando. 






domingo, 14 de octubre de 2018

Antes del Impacto

Te atrevías a venir con tus historias nuevas acerca del origen de las cosas, y me retaste iracundo por mi gran ignorancia, la más dulce; y reía pensando que no era gran cosa. Esto para mi es una caricia, la más suave.

Ayer te vi pequeño, hoy te veo tal como eres, y es un poco odioso, es un poco lo mismo. Veías sus manos temblando y te recorría como pájaro al alba. Lo viste en su expresión humana, y podía seguir siendo demasiado, eternamente.

A él le agradan sus heridas, su naturaleza repugnante que lo cobija con piedad maldita:

Ellos hablaron sobre los Dioses,
retumbando escondidos, ellos pesan ahora,
la memoria de estos años se retuerce,
secreto humano, rompiendo algo.

Ayer un rayo me hizo fuerte,
la tormenta caía y estábamos de pie,
el aliento recobró algo inexplicable,
la profecía que inventé era insana.

Naciste para ser verdad, dulce cadencia,
te caíste para parecer rota, completa en tú necesidad,
mirando le sonríes, las viejas respuestas,
despojado del Alma.

Te sonrojaste, tú amor es devoto,
te sufres, no quiero hablar demasiado tiempo,
no estamos preparados para encarnarlo,
te quiero rota, divina joya.






lunes, 24 de septiembre de 2018

Lo que se contaba

Yo había venido sólo, desbordándome siempre que podía como un gusano. Digo aquello desde el fruto mismo de lo prohibido, cuando se volvía necesario,  y en las palabras entretejía historias al límite entre lo que se volvía verde y negro, dónde lo verdadero se hacía para sentir realmente.

No fue reconfortante asumirlo, había pasado tanto tiempo que quedé incrédula, las historias habían sido siempre historias, pero ahora la puerta se habría nuevamente como a los niños, que juegan en el vaivén de la vida. Ayer parecí hecho de arena y hoy recobrando el fuego prometido, volvimos con más de lo que nos habían quitado, por presagio hayamos algo que entendíamos, y corrimos al bosque a gritarlo todo.

En el bosque la vida se hacía distinta, eramos tantos que cuanto pensábamos se hacía pequeño, y los días pasaban serpenteando junto al arroyo, eramos más sobre el verde y el viento. Distinguí algunos ritmos a medida que pasaba el tiempo, y lograba recordar a veces pasajes enteros sobre nosotros mismos. Porque me viste desnudo y perplejo, no porque hablarás, sino por tú llano llamado en silencio; hasta que recorrí las cosas hasta alcanzarte en la medida posible.

Alcanzarte era romperme en mi vacío, extrañar el alma y en mi remordimiento pleno, cumplir los designios del abismo. Me quedé mirando una flor y la pulvericé, que de bello hay en quejarse, sino la muerte, alta y plena. Dormir para sentirme cerca,  hablar del alma siendo sincero, la emoción la creación eterna, los vasos siguen ya están servidos.

Ahora lo veo claro, me construí aquel pueblo, lleno de mares y caminos. Y no creo que esté listo, y cuando te escribo estoy sola en mi habitación siendo demasiado poco.



Mi padre había sido un marino, no comprendo lo incomprensible. Discuto siempre y me revuelco en mis ideas, mi Madre rompió en llanto. 

Ahora calmo ruge, queriéndote; figura de fuego, rito del alma, fuego fatuo. Avisaste con tú hálito que habías llegado, gritando en estruendo. Corrías con el candor del Alma y la pillaste inmensa, tú rostro se oscureció y la mirada era dura, quisiste seguir creciendo y se te entumieron las mejillas, alzaste las manos frías y recobraste el aliento. Que de malo hay en morir, cuando se ha vivido demasiado; que de malo hay en querer, cuando morir es la meta. 

No reconozco tú cara ya, me ha mirado demasiado. Te escribo viejo, y tú aquí sentado no queriendo romper aquel huevo que te hizo diferente. Siendo sincero, sigo estando sólo sentado al borde del río escribiendo, día tras día, despojado del Sol bajo un árbol, queriendo una vida distinta siempre e incómodo. Incorfortable perenne, no muevo un dedo, me quedo quieto y arrojo todo lo que tengo al río, que fluye vigilante largo y frío. Y creían que era rico, creerían que sabía demasiado; sólo soy muy viejo para seguir cantando y bailando. Aquí vuelvo extraño, siempre extraño; y le escribo a las rosas y a los pájaros, y ya no creo en las tonteras que me contaron ayer ni en el mañana. Renunciando a la otra calma me vuelvo viejo, y no me complico demasiado; a veces joven recorro aquel pueblo, misterioso; para robarme una mirada cómplice y reírme luego, encerrarme en aquel jardín o volver a la orilla del lago, ellos querían saberlo también. 

Fin del jardín eterno, de los recuerdos robados, de las complicidades dentro de los sueños que me contaban cosas acerca de lo que estábamos pensando a cada momento, oráculo herético-. 




jueves, 20 de septiembre de 2018

Escribir fue algo que hice ayer

La vida y sus surcos, el paraíso que hemos perdido. Vivir se ha hecho inagotable, volviendo a vernos en el lugar místico, hemos elegido el más difícil. Hace días vengo pensando algo, toda una vida. Mis sentimientos se vuelcan como vino añejo.

No fue difícil arrojar la infancia, algunos pensaron, no querían ver realmente.
Odisea, volviste a encontrarme mil veces, te quiero en la transmutación, amor místico, alma inquieta.

Sobre el campo, a las orillas de un río, te vi sentado con el rostro sereno. Un árbol te daba la sombra necesaria para parecer frió, y todo lo que significaba, alzado en un canto se repetía en estos versos. Nadie pudo ver lo que ocurrió dentro de él, algo crecía inmensamente. Su cuerpo ante el calor del Sol, se tornaba débil y claro. Bajó del Cielo sembrando una emoción, cuando llovía, la Tierra crecía inmensa, y la tarde caía sobre sí misma.

Cree el juego más maravilloso de todos, los juegos de niños eran simples. Perderse está bien para aquellos que buscan. Dejando caer lo más valioso, el sacrificio honra tu sangre renacida. Aquello que hiciste una vez, también lo dejaste caer, nunca te detuviste, el Sol volvió a nacer.

Nada tiene que ver el Dolor, te dimos demasiada importancia.

Me hiciste quebrar con todas mis promesas,
La piedad me mira con sus ojos tiernos,
No me mires, alzada busco el eterno retorno, perdido entre los Dioses,
Es fácil decir mil cosas, cuando no se halla sentido.

Aquella mujer me tomó de las manos,
era feliz, pensando que significaba algo,
cuando en verdad la risa era nerviosa.

No tengo nada en común con ellos, tampoco fue necesario, entender. Quiero que ardan, los vi nacer. Tengo el Sol que arde dentro fuerte. Mis manos son la sed del recuerdo. No quiero dormir ahora, no quiero sentirme tranquilo. Mira bien quien te habla, pequeño trozo de ceniza.

Cuando intentabas quitarte la máscara, cuando maldecías desde el vientre, cuando viste al Mundo arder muchas veces, y desde arriba la luz era demasiado intensa, para quedarse más tiempo.Vacíos. Vacíos. Vacíos.

El hombre; mujer.

Ahora puedes estar satisfecho, has convertido de mi un abismo. Y sabes que no hallaré límites en provocarlo.

Aquella noche sola en el jardín, te vi sufrir entre las flores, tú, vestida de blanco y polvo. Te veías desecha entre tanta espina y tierra. Te paraste a mirar la Luna, y le gritaste infamias. Tocando tú cuerpo viril te sacaste la máscara. Ya no querías, te atormentabas con tú consciencia pesada como el hierro, y las mil caras con su afán tormentoso de vivir.

Haciendo de ti, cordura miserable, Reina de río interminable, vida misma. Tanto dolor habremos de soportar ante la llegada del gran triunfo, fuego inagotable. Sed maligna, anuncia el rito, grita fuerte, entonando el ritmo de la danza dulce del beso. Me inundas, sabiduría vieja inmortal, te reprochas por tú cara de virgen.

En tú forma supiste algo, inocente y destrozado, vuelve al camino, mirada atenta. Cuando supiste verte frente a frente, con un tono burlón procedías. Mi cuerpo ha florecido entre las espinas viejas, mi voz es dura como la piedra, no existe necesidad de mirarte a los ojos. Con mis manos arranco las flores marchitas.

Cuanto me hiere, y despierta en mí, el aroma de mil pétalos.



miércoles, 19 de septiembre de 2018

No te escribo

A ti, pájaro solitario, con el dolor de mi alma, reposo nuevamente senil, recuerdos del pasado.
Lloro a veces, me encierro, hablo poco y desperdicio mi tiempo. Veo en las nubes deformes fantasmas, y me retuerzo, me espanto. Viajo para ser irreal y creerme pequeño, me escondo al doblar en la esquina y sigo mi camino. No recuerdo su nombre, tampoco su cara, aunque hablamos mucho tiempo y parecía importante.

Es aquel el rito de fuego, la mirada profana y la dulce melodía de las voces serias. Cuando te oí, oía el canto de las aves. Aquí el Mundo es más necesario, no hallaré la forma de callar lo imposible, así que te veo desnudo, y te escribo desnudo; ahorremosnos  discreciones y seamos sinceros. Te fui a buscar, voz del silencio, te llevé de la mano a la montaña más alta y nos dejamos caer, en la caída infinita de los ídolos me contaste algunas cosas; aquello extraño que guardabas con rigor, ahora que pienso en ellos quiero escribir sobre lo que me llamaba tanto:

Cuando los pájaros aprendieron a volar:

Se volvió niño cuando lo vio venir, y no necesitaba ya nada. Es inquietante hablar.
La sensación del viento fuerte para emprender el vuelo es lo primero, luego volar.
Podíamos inventar, una historia fuerte, un refugio auténtico, en el jardín dulce y profano.
Nos hallábamos solos, y podía ver a través de los pájaros, osaban volar, su tenue figura.
Quienes aprenden del vuelo de las aves, la copa sagrada, el baile místico.
Y es más simple enfrentarse al Cielo, desnudo, inmenso.





lunes, 3 de septiembre de 2018

Mi mano, sobre tú corazón abierto

Y despertaba de nuevo con esa sensación de haber sentido demasiado mientras mis ojos lucían cerrados, y dormía. Ayer escribía versos simples y ahora se transforman totalmente, para parecer más nosotros, y queríamos correr y vivir más y llorar todas las flores, escucho una canción y los días vuelven a ser gratos. Escríbeme alguna vez, escríbeme más, y más fuerte para poder escucharte bien y dejar de pensar tanto.

Un poeta recoge una flor, un poeta llora al caer la noche,
enamorados del Cielo y de los árboles, en la montaña el viento es más.

A ti tengo muchas cosas que decirte, vejez intrépida y descarada;
necesito, gritar algunas cosas que me suenan a verdad, dame un momento,
y ahora nos conocemos de nuevo, ha pasado tiempo, no creas nada:

Ya hemos escuchado demasiado, y llegaron gritando y haciendo ruido, el silencio era tan  poco,
teníamos que taparnos con frazadas para volver a dónde queríamos estar. Hacemos nuestras maletas para irnos de viaje y poner en la balanza algunas cosas más.

Carta a mi amigo, el que siente:

No me cuentes, otra vez volvió a pasarte, la vida por encima, y te destrozó un poco, y lloraste tanto que por dentro creciste. Este viejo del que te cuento volvió a hacer de las suyas, y terminé dándome cuenta de todo un poco, porque sabía escuchar, y me acuerdo cuando me contaste algunas cosas tuyas, que parecían sinceras como siempre, y me golpeaba, tan fuerte que se me derrumbaba el Mundo que había construido. Puedo contarte, que he aprendido a escuchar las voces que suenan despacio y los ritmos de los corazones abiertos, si me concentro también lo siento, la flor se había abierto, y tenía muchos pétalos.

No me leas amigo, no me leas. Puedo quedarme a hablar un poco más, cuando me propuse escribir el libro del que te hablé, lo sabía demasiado; y me has ayudado un poco cuando el puñal que llevabas puesto en el corazón dolía. Me has ayudado más, cuando fuiste una copa y te quebraste, cuando fuiste el Sol, Mar inundando todo, y la fuerza completa del dolor.

Ahora me río por que soy pequeño, y cuando te veía a ti escribiendo y luego saliendo a la calle a jugar para alzarte de nuevo ante las barreras, rompiendo límites, haciéndote con las mil Guerras;
te quise, te quise atrapar entre mis manos y jugar, jugar como niños. Me hiciste feliz, tú que lo sabías todo, que fuiste muy joven también para poder reír, y viejo para entablar conversaciones profundas.

En el cerro cumplimos nuestras promesas, ahí volvimos siempre a encontrarnos con los amigos. Te acuerdas esa vez que parecíamos lejanos, y trababa de entender aquello que te hacía grande, y me enredaba en mis pensamientos, de niño de luna.

A mis pasados, le dedico unos versos finales, adios, adios, que has crecido demasiado. Leamosnos mañana para seguir sintiendo más. Amigo, has hecho de nosotros un viaje, las tormentas son brisas cuando volamos cerca, cuando solíamos correr por el bosque, prendíamos el fuego interminable. Ahora reposas, respiras, te alivias un poco, un poco más. Te escucho, en silencio, nos convertimos en pájaros.

Viejo amigo de los viajes, viejo amigo del peligro, de la locura, de la mirada fría, y los recuerdos, me conoces.





jueves, 16 de agosto de 2018

Cielo Azul

     No estamos preparados para irnos aún, me trajeron esta noticia y retomo todo aquello que me es importante. Tantos recuerdos habrán quedado impregnados. Nunca supe explicar bien el símbolo que me atraía, a todos nosotros. Veníamos siendo simples siempre.

 Cuando comencé este camino, no sabía bien nada. Sigo mintiendo y es una delicada manera, de entablar una conversación conmigo. Me pregunto realmente por la verdad, y también procuro mantenerme en silencio. He llegado a un punto sobre el cual no hay retorno, el eterno retorno, hacia la infancia. No puedo correr, no puedo escapar, puedo parecer inútil, perdido, confundido, pero sigo aquí, sintiendo. Siempre estuvo conmigo sólo, repitiéndome algunos secretos al oído.






Fin de la eternidad

"Qué fácil callar, ser serena y objetiva con los seres que no me interesan verdaderamente, a cuyo amor o amistad no aspiro. Soy entonces calma, cautelosa, perfecta dueña de mí misma. Pero con los poquísimos seres que me interesan… Allí está la cuestión absurda: soy una convulsión. De allí proviene mi imposibilidad absoluta para sustentar mi amistad con alguien mediante una comunicación profunda y armoniosa. Tanto me doy, me fatigo, me arrastro y me desgasto que no veo que instante de liberarme de esa prisión tan querida. Y si no llega mi propio cansancio, llega el del otro, hastiado ya de tanta exaltación y presunta genialidad, y se va en busca de alguien que es como soy yo con la gente que no me interesa."  Alejandra Pizarnik.

Fin de la eternidad

En sueños nos volvíamos viejos y descubríamos el Mundo, era una trampa inmortal.
Viajábamos en grandes embarcaciones de otros tiempos para encontrarnos como otros.
Mirábamos el Sol al desnudo para parecer reales e inmensos, éramos luminosos, queríamos vivir.

    Ya hemos pasado demasiado tiempo bajo esta Tierra, que creemos inmensa, no encontramos más pretextos para quedarnos aquí, cómodos, tranquilos. Ayer llovía dentro de nosotros y decidimos partir en busca de nuevos horizontes, para hacernos sentir de nuevo. Creo que hay algo inagotable en el sentir humano, como una explosión en expansión.

   No teníamos ninguna respuesta cuando sólo podíamos amar, y callados y serenos esperábamos en el alba. La primera desolación es que veníamos solos, la segunda que apenas hayamos cobijo en el amor, dejaba de ser la vida insufrible. Los he visto durante mucho tiempo, los he visto llorando por las calles, apretados, indiferentes entre ustedes. Los he oído también, viniéndose en el Mundo, muy dentro, con un tambor en el pecho. A veces creímos que sentir pudiese ser innecesario, cuando lo más necesario era gritar y sacarlo de una vez, la locura, el delirio, el rostro convulso, la mirada tenue y dura.

   Entre sílabas inventamos algo, suplicamos aquello que nos hiciera valorables, y ahora, que el Mar es más profundo, y el verde de los árboles es más intenso, sentimos de esta manera. Aquí ya no existe el lenguaje, sólo nudos en la garganta; y hay muchos que entienden que tras una experiencia la vida se vuelca hacia adentro, tan profundo, tan inmenso. Provocando vivimos mejor, el verdadero sentir humano, ese donde olvidamos que estamos de pie y sólo sentimos el amanecer sobre nosotros.

   Ayer eramos niños, seguimos siéndolo. Unos seres llamados únicos, unos seres hechos de oro, en su necesidad de existir. Colamos entre pequeños orificios los que nos hace daño, vamos botando algunos trozos a medida que entendemos, que nos escuchamos. Deseábamos seguir jugando, corriendo y saltando para sobrevivir, deseábamos más que nada la ilusión de la vida, apenas perdimos esas formas, no estaremos demasiado lejos de ser comprendidos.

  A los enmudecidos yo hablo, con fervor, con prisa. No quisimos nunca esto, ni siquiera intentamos algo, nos quedamos mudos y atónitos ante el gran espectáculo. Nuestras máscaras eran intensas, nuestro sentir nos privaba demasiadas veces. La ira de los Dioses y los poseídos, muéstrate para que podamos beber del elixir de la vida. Acostumbrándonos a nuestra presencia, dejar de hacer ruido. Retomamos las palabras de nuestros ancestros, para ser reales, ante la muerte.



 


viernes, 10 de agosto de 2018

Torcer el puño

Mira cada gota que resbala afanosa, sobre tu frente profana, una copa de vino a esta hora es la última pena del día. Vi nacer una luz, la más luminosa, la más creciente. Quiero romper el silencio que colma la vida única del alma, para verte decir con pocas palabras lo necesario. Allá donde ellos cantan y se regocijan, yo planto el árbol primordial. Soberana es la llamada que nos anuncia la llegada de un nuevo Sol naciente:

Viniste a creerte Dios, desprovisto de experiencia, despojado de lo necesario. Quiero permitir que esto haga cambios reales:


Locura desenfrenada, mil hombres intentando un Mundo,
te vi desde mi infancia dolorosa, llama del Amor,
quisiste ponerme nombre, y no quedé muda, sino ciega de tanto sentir,
y existe ese Dios que se ríe de nosotros, para plantar lucha sobre el abismo.

Desnudas, totalmente en su eclipse, te brotan espinas ahí donde llamabas dulzura,
los golpes se convertían por fin en dicha, aprovechando el rato, leímos para parecer algo,
disfrutaba más mirar la forma de los árboles, su tenue figura y lánguidos brazos,
los paseos ociosos, el sentimiento amplio, la exaltación del delirio,
el amante soberano sobre el gran lago de la vida.

Serás poeta, te exprimiré aquello que te nace de forma grata, vivir el delirio,
ayer no entendieron muchos, cuando en el portal de la puerta los llamaste por su nombre,
pensaron en el cuerpo iluminado y sus formas sensibles, cuando quisiste poseerlo todo,
y ahora te encuentras sabiendo, ponle fin al silencio agotador, te hallaste ante la forma pura,
no fallezcas antes de que florezca.

Algunas veces, volvemos de nuevo, siglos tras siglos, una gran herida en el pecho vacío,
con los rostros rectos, ninguna verdad  infringiendo el destino cruel:

No provoco la palabra ya, aquí cansada dejó algunas verdades que me inquietan, con pena escribo y desdicha, porque ayer callé tanto que todo lo vivido apenas era un puñado de verdades a medias. Ya no quiero que me lean cuando duele, cuando es una tremenda realidad que se te cuela dentro, y entre todos nos leemos las caras, porque si existe alguien que descubre al Mundo, es aquel que se mira en todos.

Sobre lo que no escribo, es demasiado decir, y lo real se me hace pequeño. Cuando de nuevo llegan aquellos rumores de qué quien se despertó no era él, sino tú, queriendo más. Te plantas de repente viéndolo claro, y escucharte diciendo tantas cosas. No debiste abrir los ojos cuando verlo era demasiado, la ansiedad se cuela, las manos tiritan, y el pecho arde como nunca.

Ahora me callo pensando en que decir, ellos no querían hablar sobre ésto, tampoco podían invocar el paciente estado de condena, pero aquí decimos alto, y ponemos un pie sobre la mesa, para gritar aquello innato y reírnos sobre nosotros. Si tuviera un corona y un trono, un reino entero a mis pies, el Dios tendría nombre y vida en nosotros, que lo habitamos, saldría de sus fauces profundas a ser profano, y en su inexperiencia tendría el valor de arrojarse sobre el Mundo, y llorar sobre el dolor derramado en su tumba, cada día, cada noche, vivir alzando la vista para sentir más, humanos.

No recordamos porque nos volvimos ciegos, testarudos, cobardes. Sobre el miedo hay una línea, que define a los rostros rectos, cuando la verdad es lo único que nos queda, y eres más fuerte estando expuesto. No me dijo nunca porqué venía de regreso, y menos conmigo, porque ya tanto tiempo nacíamos en el mismo huevo, que juntos absorbíamos la mayor parte sin saber, a veces, como llevarlo hasta el punto culmine, donde en verdad podíamos existir. Y lo observo sentado, a mi borde, y a todos los bordes, hablando demasiado, gritando aquello que esta dentro, soltando más, reprochando conductas y encestando golpes. No lo quise hasta que lo reconocí, desnudo, sucio, aniquilado. Ya lo veía yo y me enteraba de algo, más lejano que aquí, más ingrato.

Podría sacarlo de una vez, ese Amor afanoso por lo desconocido. Podría también romper las barreras y entrar de golpe a derramar el vino de la última cena. A ver si así podríamos mirarnos de frente y dejarnos un minuto para romper. No renuncio a escribir pero en sueños he visto más Mundos que aquí, he muerto tanto como he podido y he encontrado lugares escondidos dentro. Ayer rota.

Y siempre digo, si mañana, no hoy, hubiera un eclipse enceguecedor, inundara el Cielo entero,
dejándonos inútiles una vez más, y el Mar se alzara sobre nosotros, alto, inmenso, cubriendo una parte del Mundo; tendríamos miedo, a la muerte y a la virtud ajena. Aquellos vivieron poco, la vida era la hierva del jardín, nos consumíamos; y no corrieron, sino miraron al Cielo serenos para perecer entre tanta multitud perdida. Ellos no renunciaron al dolor, lo llevaban puesto de traje, y parecían tranquilos mientras sus consciencias sólo pesaban dentro, cuando miraban y el Mundo era más que el mañana.

No te poses en medio de mí jardín, yo sucumbo, y florezco,
también creo verte claro, el tiempo que llevas ahí, dime algo:

Es ingrato mirarte de lejos, y pensar, disculpa pero no puedo decirte esto,
como admirar el Sol o la vida que llevamos, el tiempo me tiene en todas partes,
me acerco, te admiro, las palabras se desvanecían, acá tanto, no es necesario.

Pero yo quisiera para ti un jardín, el más verde, sobre lo mágico de las cosas,
pensar en aves y que levantarán el vuelo, y el tiempo se detuviera por fin,
para hacernos reír eternamente, con el fuego y candor de tus ojos.

Amar es importante ahora, tú sabes pequeña a que me refiero, gastaste tantas palabras y aún,
contagias aquel Mundo que inventaste para nosotros; es difícil seguir aquí, de pie, ante la gran puerta de oro, pero sabemos por los grandes Maestros que ninguna respuesta sería necesaria para llevar acabo la hazaña de la vida, rompe lo que te hace fuerte, debilidad es la última palabra del día, sentir.






domingo, 5 de agosto de 2018

Sobre todo lo que no dijimos

Y verte crecer en el tumulto era de manera única y fatal,
sabía a brotes de semillas nuevas y también un poco a licor, de esos fuertes,
notaba en tú voz un tono nuevo, pero profundo, allá dónde lo oscuro se vuelve necesario.

No recuerdo ya la última vez que dijimos no, cuando el paraíso se iba volviendo más optimista en el pesar del tiempo, y aquel sitio al que le teníamos miedo, también era puro devenir del Mundo, ir y venir, en constante aflojo de nuestro querer.
Cuando decidíamos quedarnos por más tiempo, vimos que entre la multitud había en qué reparar, y no sabría decir exactamente aquello que lo hacía real, porque tanto sudor y tanto sentir, era también una forma delicada de ser, y los rostros que alguna vez fueron verdaderamente rectos, se transmutaban para parecer oro.

Yo lo sabía, y era temprano para parecer maduros, nos quedamos felices sintiendo más. Mira que hemos despertado antes que todos, íbamos a ver el Mar y te contaba una historia cuando quería decir algunas pequeñas verdades un poco toscas, pero en un pestañear, vi como tu rostro se oscurecía por la Marea fuerte. Ahora ya es fácil, parecer únidos en el Mundo; me di el tiempo necesario y sobre la balanza una pluma era demasiado fuerte, nos bañamos mil veces en plata y saboreamos el néctar de las flores; nos seguían con la mirada para vernos bailar y las sonrisas colmaban la miel del Mundo.

Existen aquellos rostros que nos marcan, que van plantando de golpe, caminando rápido, mirada ligera, labios enmudecidos, rostros serenos. Te toman sacándote una vez más de aquella Tierra prometida, para ponerle fin a ti, que creíste que ya era demasiado, cuando demasiado sólo era ignorar mucho más. Tú tez era distinta, siempre fue más con el Sol tocándote cerca, sabía mirar y sentir, caminando un poco rápido. Habíamos cambiado antes, y volvíamos a hacerlo, parece ser que ha pasado demasiado tiempo sentada al borde, y que ahora podía romper de golpe un  Mundo entero:

No compartas lo que late fuerte, no distraigas
existe una ley que nos alcanza cuando miramos bien,
se oscurece una parte para hacerse fuerte,
no parábamos nunca de entenderlo para ser más,
aquello que estaba vivo era de color ámbar.

Corría en tus venas queriendo ocultar demasiado,
tus ojos delataban la existencia marcada,
tus pies posados en la Tierra, el Sol naciente,
no escribimos para nada más.

Era más oscuro el cielo en la noche temprana,
unidos son quienes rompen el Mundo, pereciendo una parte,
no hablan, nos dicen demasiado, detente un poco,
demasiado fuerte corre por sus venas.

Pasa unas horas tendido en el jardín,
mira bien dentro, ahí sucumbe el rito, el huevo órfico,
nombrar las cosas, desear lo que hay del otro lado
te inicio nuevamente en mis secretos.

El cuerpo, tengo una mirada para ti, se escucha a lo lejos un canto irreal
naciste para llenar mi sombra, seducidos por la ley que nos marca,
ayer era Tierra y viento, hoy soy marea entre tus aguas,
lo que se ha perdido y encontrado, se vuelve a encontrar muchas veces.

Hijo de la riqueza y la pobreza, te vistes de negro
en nadie el parecía, de formación lenta, suave fruto y reposo
el ciervo te monta anunciando, inocencia y candor de vida, mengua una parte,
que lo oscuro sea fruto de la verdad, tu entendimiento es el mio.

La belleza se reconoce frágil, el grito cala ondo en la piel,
vulnerabilidad, tú miembro recoge la energía callada del deseo,
creador y demiurgo, la cercanía del vacío, te oigo bien, entre mi pecho renace,
reproduce aquellas palabras sagradas, reencarna el pájaro fuerte.

Sobre el caos nace una piedra, que ha de ser huevo en su infinitud,
pulida en su afanoso trabajo hacia el silencio, brilla más sobre el campo y los árboles,
quiero nacer nuevamente de ti, sintiendo aquello que brota espontáneamente,
un pájaro a nacido, un Dios ha nacido, yo te nombre, en secreto.








miércoles, 27 de junio de 2018

Siendo niñas

     Sabía de esta inocencia interrumpida, sabía que podía existir algo así en los corazones, muchas miramos temprano el Sol y nos quemamos, en nuestra cálida necesidad de existir, ahora recuerdo como mirar al Mundo y es distinto a como solía ser. Sobre aquel campo minado caminamos de las manos y nos arrojamos sin temor a la aventura, perdimos una parte de nosotras, nos pesaría aún más, cuando lográbamos recordarlo todo. En aquella infancia nuestra fuerza residía en nuestra forma de sentir al Mundo, la ignorancia era tema de mayores, mirábamos a los ojos y entendíamos más.

     Ustedes no lograron entenderlo nunca, vivíamos de forma tan potente y nos dejaron caer, para vernos rotas. Solíamos llorar a las orillas de un río joven, nuestra piel blanca traslucía esa fiebre de los cristales, intentamos seguir mirando como el agua fluía con su transparencia, aquellos días no volverían.

     Ahora escribo triste, ¿Entiendes porque siempre a sido distinto dentro de aquí? solíamos pensar de verdad en algo absoluto y lo teníamos dentro, hallábamos por doquier aquel sentir humano, de pronto levanté la mirada y mis ojos eran de arena, aquellas ocasiones en que nos tumbaron de un golpe para levantarnos a hacernos fuertes, también destruyeron una parte de mí. Nos mirábamos, alguna vez sentí esa complicidad ajena, pero profunda, con aquella infancia dormida, los colores sobrios.

     Fuimos creciendo y entendíamos algo más, alguna vez pude sentir de esa manera. Soportamos la furia del Mundo, muchas de nosotras olvidamos lo que traíamos de importante. Sigo despierta, la piel rota, la mirada nostálgica, cómo decirte aquello que alguna vez vivió en mí, y en todas nosotras, en este Mundo corrompido dónde sólo existir era una realidad cruel.

     Cuando recogía una flor, también me recogía a mí, y me hería. Nunca entendieron el miedo que sentíamos sobre nosotras, la intensidad de las emociones, la luz que proyectamos en nuestra habitación vacía. Al otro lado de la casa era un vacío, la ignorancia, el poder, el absoluto uno mismo, nosotras queríamos destruirnos para desaparecer, nunca fuimos capaces de entender el daño que provocamos.

     Mil historias han pasado, las grandes catástrofes han sido fruto de la inocencia. Quisimos entender lo egoístas que fuimos cuando nos dimos cuenta que nacimos en un Mundo inestable, cuando logramos entender como sentíamos y apenas nos conectamos  nos hicimos trizas, aquella realidad era suficiente para no querernos aquí. Ahora nos cuesta decir tantas verdades que sólo viven en unos pocos, porque nuestras conciencias se duermen para siempre, con tal de hacernos dignos de vivir las mil realidades; a veces es tan fuerte que nos apagan para siempre, y seguimos caminando hechos de lodo y con los ojos invertidos para no mirar.

     Aquella noche sobre el campo de granadas, miles de niños despertaron dentro. Cuando se entendieron se hicieron trizas.

    El único requisito para entender, como realmente se siente estar en esta vida, de aquella forma, tan dulce, tan plena, la inocencia perdida, siendo niñas en este Mundo.





lunes, 18 de junio de 2018

Dormida

Sobre los cuentos que escribí cuando pequeña, he querido contarlos siempre:

      Nunca me explico bien, nunca fui totalmente sincera, nunca supe como estar;  trabajo en mi calma. Estar tranquila siempre fue una manera grata de ser. No teníamos tiempo para preocuparnos realmente de nosotros cuando siempre nos deteníamos a recoger una flor con espinas. Queríamos ser distintos para poder estar de forma clara, luminosa, y ser sinceros para los demás. Nos equivocamos.

     Ahora puedo estar más sereno, ahora quiero decirte que podemos seguir caminando por el mismo sendero y seguirnos los pasos. ¿Porqué no nos detuvimos antes a mirar al Cielo? Callábamos todo lo que sentíamos cuando sólo queríamos gritar. Y aquel día en que nos vimos de frente tú sí sabías lo que yo sentía y estábamos totalmente solos en el Mundo. Siempre pudimos ser cualquiera, siempre pudimos escuchar los cuentos de todos lo demás, en un momento nos hacíamos grandes.

    Perdón, no quise romperte esa piel,  nunca estuvimos preparados para crecer. Evadíamos y nos echábamos a correr, siempre absurdos, siempre locos y desentendidos, era fácil querer reír. Nos alojamos entonces en la mejor de las ciudades, nos volvimos rectos y empezamos a trabajar, con mil ocupaciones para olvidarnos de todo. Sé que ser frágil es una forma delicada de ser, en este Mundo inestable hay un lugar para nosotros. Mentimos fácilmente para creernos inútiles cuando sabemos la verdad.

    Escapamos de una infancia ridícula, nos castigaban porque entendíamos mucho, no nos dejaron jugar con barro, no nos dejaron burlarnos de ellos. Ahora que hemos crecido no nos olvidemos nunca de quienes éramos. Corrimos tomados de las manos para seguir jugando y al final del día nos sentíamos más humanos. Pensamos que no tenían más espacio para unos cuantos niños rotos, pero fuimos tantos que nos quedamos atónitos y sólo quedaba la llama viva del humor. Ellos finalmente se cansaron y volvieron a verse de pies a cabezas.

     Vivimos dentro del caos, somos lo mejor que pudimos ser, nadie nos quiso ver como nos convertíamos y aún así llegamos siendo tal cual éramos. Hablamos de una forma más simple, menos pesada, a veces inentendible, y hacemos grandes garabatos para expresarnos, lucimos como idiotas. Nunca seguimos las reglas, nunca entendimos nada, siempre nos equivocábamos, eramos realmente torpes. Aprendimos a reírnos y a veces parecíamos serios, tan serios que nos olvidamos de recoger las flores del camino porque nos parecían demasiado bellas.

     Hoy parece ser que el día es más claro, las estrellas iluminan más y tiendo a dormir mejor. Os quiero realmente, y me disculpo por encarnar al ser más idiota en esta Tierra. Sacando más, siendo más.







martes, 5 de junio de 2018

Noche Delirios

      Ahora te escribo un montón de verdades, creímos en un momento que te habías perdido, pero volviste, con tu mirada que nos inunda, cada vez más en tú Mundo que acabas inventando, duro, solemne, inmenso.

Llevo años tratando de robar recuerdos, tengo algunos que guardo con locura; aquí me despreocupo también del pequeño Mundo y de ese Mundo que dicen llamar real, pero que enrealidad son patrañas. Sobre el día más extraño, la casita con el cuarto trasero que se hacía pequeño, y guardaba algunos secretos para mí. El enorme templo que guardaba al Gran Maestro en sus profundidades, y que avanzando la arquitectura se transformaba en compleja y oscura y las escaleras se envolvían en sí mismas. Los viajes a nuevos continentes en barcos voladores, cuando era de noche y nos convertían en brujas, y esa vez que todo el Mundo se volvió loco y tuvimos que matarnos.

Sobre lo que llevaba dentro, nunca tuve claridad alguna, siempre sospeche que algo se ocultaba en el velo de las grandes verdades, esas que nos enteramos a último momento, miramos hacia atrás, y nos reímos de nosotros mismos. Pero, existe algo que aún más me inquieta, cuando se nos presenta ese viejo huraño y nos dice unas cuantas cosas y pensamos que nos íbamos a morir antes. Yo le decía que me soplara unas cuantas cosas más de forma que todo fuera más fácil y llevadero.

Y ahora, también recuerdo robado, pequeño Mundo, esa niña era extraña, atravesó el Mundo sin entender nada pero lo hizo real y ahora empieza de nuevo pero con sus historias y cuando sale otra vez todo a cambiado para ser más extraño que nunca. En ella misma, lo vio nacer, todo era más complejo y se aburría, entendía otra parte más simple que la hacía feliz pero a medida del tiempo siempre habían más palabras para entorpecerlo todo. Jugaba a que se escapaba por la ventana trasera que daba a un río, que cruzaba a pies descalzos, luego llegaba al pueblo de la gran puerta, dónde los adultos se creían jueces y seguía siendo inútil intentar algo, así que pasaba con mirada extraña, jugando como los monos, y luego hacía unas muecas para parecer más ofensiva y nadie quisiera acercarse. Así lidiando poco a poco, llego nuevamente el retorno y ahí estaba, intentándolo una y otra vez con nuevas formas, hasta el aburrimiento, cuando derrepente !Boom¡ aparecían unos cuantos más, con cara de idiotas, esos envases que haces llamar personas, pero que enrealidad no lo son. Se enteraban que también era idiota y entrabamos el tubo de cristal con murallas enormes para mantenernos herméticos.

Algunos recuerdos son tan rápidos como se puede pensar, y se leen así, velozmente. Sigo sin entender como funcionan algunas cosas, pero a nadie parece importarle, así que a mi menos. Sólo trato de recordar esas vidas que están para atrás y a veces atrapo una que otra y la saco y ves que viven dentro. A veces ella también colapsa, y me manda las emociones para que haga y deshaga en este Mundo.

Ayer en las Murgas, me di cuenta de algo, era de noche, como siempre esa atmósfera repulsiva que igual disfruto, porque te sientes perdido y así entiendes algo. Yo ya me había perdido desde un principio, y los fuegos artificiales me aturdían. Pero tampoco podía diferenciar realmente la realidad, con todos esos disfraces, y gente bailando en las calles, lugar que no conocía. Terminé alejándome de ahí y las cosas se ponían aún peores, porque ya las calles no las reconocía, en absoluto, así que no sabía hacia dónde iba pero avanzaba seguro, mentira. Busque esa plaza dónde se supone llegaría un niño perdido, yo lo sabía desde antes, lo esperaba. Y llegó, y nos transportamos a su atmósfera que era inmensamente densa, aunque se veía muy joven, muy joven, y ahí entendí algo porque yo lo podía ver, ante mis ojos, y sentir su presencia, que ocultaba con resignación. Lo seguí sin pronunciar una palabra, hasta darme cuenta de algo diferente en él. Y llegamos al establo azul, ese dónde llueve toda la noche porque las paredes están rotas, y me mostró sus alas, y enmudecí. Hombre, niño, caído, diabólico, inocente:

"En la noche las alas se abren de par en par para recitar unas notas que escribí en mis viejos años de ser eterno, cuando caí, mis alas se hicieron trizas y en negro absoluto se convirtió mi Dios:"


No intentes decir una palabra sobre este periodo,
las cenizas han cobrado valor en plata,
en mis manos llevo el oro del Mundo,
has recobrado el aliento perdido en aquellos tiempos.

Muero dos veces al día y puedo vivir con ello,
sonría, incauto,quiero verte a los ojos y decirte algo,
quiero la vida, me honra tú presencia pura, soberana,
las mil caras de un niño que se ha vuelto gris temprano.

Te solivianto, eterno retorno de mis emociones desnudas,
has de mí una hoguera, he caído en las manos del Mundo,
aquel que hizo de su vida el lugar del encuentro,
te habito porque eres de carne y alma dulce.

Propongo que mi rostro se reúna con los suyos,
propongo que si he de saber algo, lo diré a carne viva.
ya no temo aquellos lugares lejanos y vacíos,
en mi retumba el eco de las grandes catástrofes.

Viví mil veces sobre aquel mito de fuego,
he visto la muerte que trae el delirio,
sus rostros siempre parecieron más pálidos por la luz,
mi cuerpo se entibia, el calor humano, y la penumbra.

Pequeño Mundo, no nos dejes jamás, cada gota de tú vida es desdicha en muchas y cobra un sentido para mi en la ignorancia de este pecado. He escrito mil versos más para repudiar este Mundo y decir algunas cosas imposibles, flor del Mal.



Abandono de mi mismo, fin del primer acto. El dibujo también.





jueves, 31 de mayo de 2018

Fui a buscar

Cuando escribo sólo escribo para mí, no me interesa la gente, su humanidad,
cuando escribo me vuelco hacia adentro, dónde estamos todos.

El eterno retorno, querido amigo:

Jamás volveré, nos encontraremos en el tubo, desde dónde miraremos al Mundo como es en realidad. Me contaste un par de cosas y entendí algo. Aquellos sueños que compartimos y las voces cuchicheando a lo largo de la Ciudad. Vivimos el Mundo como se nos antojaba a ratos, nos creíamos vacíos porque al menos era una forma sencilla de respirar, nos mirábamos para burlarnos entre nosotros de nuestras caretas. ¡Cállate! Quita esa cara de cuestionamiento constante, vamos a jugar un rato. Íbamos a tirar piedras como bombas que caían sobre el Mundo, así lo veía yo. Y empecé a escribir sobre el yo, el quería mucho más que todo esto, quería el viaje y la aventura, se lanzaba sin temor a destruirnos, cada vez más cerca del tubo, desde dónde sólo podíamos observar.

Hoy tuve un sueño dentro del tubo,
creías que podías respirar bien, yo te veía confundido,
viajé para darme cuenta cómo podía mirar desde el otro lado, acertaste
me alegra saber algunas cosas, sigo plenamente descendiendo por aquel tubo.

Ellos jamás vieron lo que estaba ocurriendo, yo ya me estaba mojando los zapatos de nuevo
me reía también cuando supe de los insectos que rodeaban el tuvo cuando se ponía oscuro,
era aterrador, pero también siempre fue un paraíso optimista, grité y me enojé también,
seguía siendo yo, los caracoles seguían siendo lo peor.

Tengo un recuerdo que no es mio y lo disfruto igual, también los robo y colecciono,
ese dónde estábamos mirando la ciudad de lejos a lo alto de un monte, era de noche, habíamos corrido bastante para llegar ahí, y las luces por Dios, sobre la ciudad,
era el mejor  Mundo, me gustaba más que ir al colegio y seguir intentando ser parte de algo,
cuando escapamos queriendo huir, pero también terminamos dentro del tubo, y dijiste chao.

He añadido muchas palabras nuevas a mi diccionario mental, la cabeza se abrió de nuevo,
hay una atmósfera que me reconforta, como las plazas en la madrugada cuando aún es oscuro, o las carreteras a toda velocidad vacías por las noches, en invierno cuando amenaza la lluvia o el frío.
Cuando tomábamos cualquier micro que nos llevará a la playa para escaparnos de nosotros mismos, el sonido del Mar y las nubes que rayaban el Cielo. Y el tubo demoliendo la visión natural.

Los recuerdos tomados me reconfortan, cuando me escribías pensaba lo lejos que podrían llegar esas palabras. Ayer intenté salir del tubo sin hacer nada, a veces perdía la cabeza y me ponía a contar estrellas o a imaginar como se llenaba la pieza con el humo negro saliendo por mis narices, espeso, denso, desde dónde comenzaban a salir imágenes danzantes de seres alargados que perdían sus figuras entre los nubarrones negros. Era un paraíso reconfortante, pero vacío afuera del tuvo, estando ahí no estaba cómodo en forma alguna, parecía más real pero no lo entendía. Existía un frío tacto entre lo que estaba ocurriendo.

Mientras tanto en la pieza contigua dónde había dejado el jardín, jugaban los niños. Era enorme, y perdido, a veces me daba el tiempo de llagar hasta las profundidades y me daba cuenta que tardaba horas. Siempre encontraba lugares nuevos, seguramente ellos los hacían. En una ocasión me encontré con una pequeña casita muy bien construida, pero pequeña, tan pequeña que entraba de rodillas, dentro sólo caía en una posición recogida. Se trataba de un altar, a la derecha frente a la luz que entraba de una pequeña ventana, un flor descansaba en un jarrón de plata, se trataba de una niña, una flor con un pequeño rostro de niña que dormía; no la quise despertar. En las paredes habían pegados dibujos y canciones, eran varios recuerdos coleccionados, me quedé prendido en uno dónde se veía un niño descansando en una playa desierta y unos versos: "Querido nadie, he llegado al final del recorrido, la playa es calma y tibieza, el tubo ya no está, soy uno".







lunes, 28 de mayo de 2018

Sobre el campo de granadas

Vieron aquella explosión en el cielo que parecía venir de lejos.
Cuando eramos pequeños nunca diferenciamos bien la realidad.
Como aquella Guerra cuando siendo niña junto a mi hermano menor, cubríamos nuestros cuerpos entre los muertos.
Hasta que pudieron arrancar sin ser vistos, de su infancia.

Los veía con sus espinas a flor de piel. Mis espinas se esparcían en silencio.
Creciendo con mi gran máscara curtida.

La falsa sensibilidad, la cólera, el cansancio, la soledad.
Paraísos artificiales, la modestia poco grata, ángeles.
Mi ideal es más efímero, y absoluto.

No busco vencerte ya, no significa para mí ningún triunfo perenne.
Me olvidé de mí cuando quise  arrojar la primera piedra.
A veces escribo como se camina por la plaza o se bebe un vaso de agua.
Leímos todos los libros y los niños siguen llorando dentro mio.

Los agarré a todos y los encerré en un cuarto. Quisieron golpearme para escapar pero yo era más duro que todos ellos. Unos chillaban, otros se mordían entre ellos. Pequeños rostros, endurescanse, pero excedan en sensibilidad. Uno se acerco por la rendija de mi puerta, él nunca había dicho nada, mencionando unas palabras, y su mirada dura:

Aquella noche, en que tus ojos estaban tristes, y creías que encontrarías un Mundo haya afuera, lejos de tú hogar, lejos de tú infancia, donde sólo aprendiste a ser duro contigo mismo. Esa noche estaba también tu rostro, siendo dulce, siendo niño. Quien no lo vio fueron todos, quien no creyó fueron todos. Aún así sobreviviste por nosotros y estamos aquí. Viviendo y comiendo de tú fruto prohibido, creaste un Mundo para nosotros, no te perdonaré, que nos dejes.

Me vi sobre aquel Mundo, parado descalzo y viejo. Aquello era un paraíso optimista.  En cuanto me pude ver; aquella niña, la de los ojos negros y cabellos oscuros, se acerco lentamente. Le temía, como los niños a lo desconocido. A ella nunca la dejaba salir, jugaba en un jardín seguro. Me miró con sus agudos ojillos afilados, y me contó una historia:

Aún creemos que este Mundo está hecho de Cristal, aún buscamos aquel paraíso perdido, yo vago tranquila en mi jardín seguro, pero he vivido tanto como tú, aún más. En este cuerpo de niña me he mantenido serena, mis manos aún son viejas y mis ojos extrañan la oscuridad absoluta. Mi padre era un viejo marino que recorría los grandes mares, y decía, que cuando uno gobierna el Mar, el Mundo es tres veces más grande, yo le creí. Aprendí de él y me quemé con el Sol, luego huí, hacia el abismo, dónde sólo encontré refugio en mí jardín. Mi Madre tejía aquel jardín con devoción, sus hilos eran de oro y plata, y sus agujas eran más afiladas que cualquiera.

  Aquella niña al hablar se hacía vieja, su rostro representaba un ser mayor, me sentí pequeño, me sentí débil, aquello era algo maravilloso, de su piel comenzaron a brotar flores, flores negras, que al instante de florecer marchitaban en tristes cenizas, yo la miraba con ansia, la miraba como a un ser que desprendía de sí toda su energía vital, y seguí escuchándola por horas:

Me sentía una pequeña parte del Mundo, muy pequeña para ser Real.

Al caer la noche, con las estrellas del firmamento, la oscuridad nos nubla e ilumina, escribimos los versos de nuestras entrañas, nos miramos a los ojos y reímos con grandes carcajadas de dolor:

Guarda tú corazón lejos de los ojos del Sol,
no anuncies tú llegado que ellos huyen con tan sólo verte.
Alzaré tú altar de polvo, la angustia brota eternamente.
Reza a tu Dios complaciente y Maligno.
Las calles de la ciudad son arterías de un Gran Mundo de Caos.

De niña te vimos nacer, te hiciste vieja. Aún retornas.
Con tus oscuros precipicios, no nos ocultes más.
el altar florecido de la Virgen de fuego.
Rompe tu rostro, tus rodillas, tus manos, no temas.

Pronto nos hundiremos en la sangre helada, entumecida.
Tropezando con el poeta, que llevaste dentro, negro.
Que bella y que triste, hasta el cielo se torna sucio.
Sin embargo, ya es tarde para querer volver.

Niña de ojos oscuros, eres tú, piadosa doncella de plata,
una idea, una forma, un ser,
robaste cuanto estuvo en tus manos, sobreviviste a las guerras,
encarnaste una realidad, que aún no sabes llevar, te abrumas, ¨¡llora! ¡llora!

Vierte tú sueño profundo, aún confundes la realidad,
no te gusta perderte entre tus imágenes, vírgenes y demonios.
No quiero sacar más.
Las palabras duelen.

Fin del Mundo.
Infancia robada.





jueves, 10 de mayo de 2018

La isla de las verdades

Nunca quise entender las reglas, es que algún día el Mundo se vuelca dentro de nosotros,
cuando lo conocí siendo niño aún era muy liviano,
sus pies de niño me recorrían y quería ser algo más grande,
la emoción que me invadía también tenía miedo,
cuando lo veo ahora me doy cuenta que la vida siempre fue para nosotros un sueño.

Te seguí, como siempre, esas costumbres ambivalentes. Te miraba como se miran a los grandes pájaros de remotos tiempos, esos que danzan con plena soltura aún siendo viejos y vuelan más haya de ellos mismos. También quise contarte esa historia que me retenía lejos de mí, en mi pesado mirar hacia los niños. Deambule, hasta llegar a cuando eramos viejos, y mi niño aún completamente despierto me seguía gritando, él siempre tan consciente, él siempre tan pequeño.

Mi pequeño Mundo lo cree después y acaso tiene su propio valor sobre las cosas. Aquellos niños vacíos eran todo para mí, los estuve entrenando de a poco, y con soltura. Entendí que ellos tenían alma propia y me hablaban de sus pasados. Existía uno muy pleno en su consciencia, había vivido una catástrofe y su mirada seguía siendo plena como siempre lo fue. De niño disfrutaba mirando a los adultos y sus irreprochables conductas, él tan sólo quería la emoción de la vida y por eso siempre fue calma y cordura. Las mil guerras habían pasado, esas que ocurren en el exterior, pero dentro de el se iniciaba una nueva, esos pequeños ojos siempre me hacían querer llorar, siendo tan pequeño ya entendía demasiado y un gran sacrificio se había plantado en él y me acompañaba con su sonrisa de buen presagio.

Yo le contaba a los adultos lo que podía ver hasta que me cansé, nadie quiso escuchar, nadie entendía esas formas complejas  de un niño con pies de barro. Siempre tenía la cara sucia y las rodillas rotas, nunca me importo si mis juguetes eran sólo pequeños botones de colores, en mi Mundo era más real y con más sentido. La soledad también se vivía de forma llena, y los encierros y los mil cuentos que nos contaron y pensamos que podías ser ciertos. Yo quería como se quieren a las nubes esponjosas mientras el Sol cubría mi rostro con calidez, jugábamos en el barro y huíamos de nosotros.

Hace poco complete un nuevo niño, su naturaleza retorcida y sus pequeños ojos de bondad, no tenía suficiente criterio de el mismo como para entender hacia donde iba, pero iba fuerte y seguro en la tormenta de la vida. Se había roto mil veces, yo lo miraba también asustada, me acercaba a hablarle y su expresión era fría y a veces podía cambiar radicalmente, me tenía sobre su Mundo porque era mucho más de lo que habíamos visto. Realmente había aprendido algo, a ser sobre si mismo en un gran refugio de personajes que lograban desprenderse de él en cuanto necesitaba volver al huevo. A veces lo abrasaba y era ácido. Había caminado descalzo mucho tiempo y sus pies siempre eran fríos y sus manos se llenaban de barcos y fantasmas. Hablaba con soltura con los demás porque los entendía muy bien, él ya se había escuchado demasiadas veces. Por las noches se arropaba sólo y se iba a dormir, sus sueños contaban historias de otros Mundos con sufrimientos sobre la destrucción del SOL.








miércoles, 2 de mayo de 2018

Antes de cualquier cosa

Antes de cualquier cosa quiero darte un espacio,
aquí puedes nacer sincero como realmente eres.

No recuerdo ya tanto tiempo que esperé para hacerte nacer al fin,
aún queda tanto, pero aún sé que debo convertir este inicio en el mismisimo retorno.
No te vi venir con miles de palabras, ni menos con un castillo dentro.
Así nació un niño más sobre el Mundo de las causas perdidas:

    Supo a Tierra, supo a nostalgia de un recuerdo del verano hace 10 años. Su nombre también supo  pronunciarlo hacia sus adentros. Baltazar, aquel viejo hombre que retornó siendo un  niño, siguiendo a su estrella perdida. Aquel sacerdote que no tenía anhelos, sólo nostalgias del porvenir, el regreso al hogar y el dolor. El deseo intenso hecho una realidad de pesadas causas, rompiendo con un espíritu más infantil que sí mismo. El Dios del cielo, omnisciente te cubre los ojos, no sabes aún de aquel sentimiento que te hace ser todopoderoso. Eres Rey y Mago y nadie te ve realmente, eres paz y cadencia, ternura. Tú, Dios, eres abstracto y trascendente, se oculta para no ser percibido, cuando se inunda por fin la sala con tú ser, disuelves a lo largo y ancho tú gran sentido, de vida, de eternidad. ¿Me puedes enseñar más sobre tus estrellas en el Cielo, y me puedes decir, más bien, todo lo que se esconde en tú rostro? Identificado como un Rey, siempre fuiste pobre, solitario, bruto, un mal personaje; en cuanto a lo que realmente entiendes, no me digas más que el Sol no se oculta tras de ti, que lo veo encendido con una llama inmensa sobre tu abismo.

     No logro separarme de tú esencia, saco tu piel y tus entrañas y aún eres sal y pies descalzos.
Te desnudas, vas al lago frente al pavor de mil sensaciones dentro de ti, te das vuelta y sólo dices, pocas palabras que han de importar. Siempre te vi a los ojos, no aquellos con los que ves la realidad, sino aquellos con los que ves el caos, y te atormenta. Quieres sacarte, de una vez por todas, todo lo que nos hace humanos, das rienda suelta a las mil posibilidades y te quedas quieto. Aún así miraste con frialdad a través de tú muralla, y te detuviste para recoger una flor, Baltazar, Baltazar, vuelve a tú cuna que aún hay mucho que soñar.






martes, 1 de mayo de 2018

Ayer y siempre

Desde hoy sólo te escribiré Cartas:

   Has colmado todos los vasos y te has bebido el vino, ya no suelo ser feliz a costa de mis emociones, ya no quiero verte, me has herido en lo más profundo y créeme que me siento llena, ya me has entregado todo el amor que merezco y desde ahora puedo estar completa. Aquí ya no importa el vacío entre nosotros, podemos crear también un lenguaje distinto.

   Hoy he sido aniquilada, y mi castillo se derrumbó en mil pedazos, no tengo que esforzarme por quererte, no tengo que esforzarme ya. Mis monstruos están más seguros conmigo y yo con ellos, déjame estar como quiero. Ayer yo temía de mí y de ellos, ahora esas viejas historias hacen caso omiso de mi presencia, puedo ser tormenta y tibieza en carne viva.

   Déjame ser más clara también, que eso me ayuda bastante, aquellos locos y nosotros siendo locos, ya es demasiado, yo queriendo mi propio Mundo y mil ejércitos tratando de derrotarlo. Lo derrotaron y ya no tengo nada y no importa. Ahora que soy libre siento la humanidad más cerca, más tonta, y débil y necesaria. No consuelo, no creo en ellos. Deja de llorar ahora que ya aprendiste demasiado. Aquí los Césares hacen más y viven más, voy a irrumpir por última vez aquel consuelo:

   No soporto tú cara, tú rostro, y también amo la destrucción que te hace alguien de valor. Aquellos niños pensaron la vida de una forma distinta, pero los otros, los de los rostros de arena estaban en los cierto. Los mocosos siempre se salen con la suya. Ven aquí a recibir tú premio, ven aquí para que se sientan orgullosos. Deja tú castillo porque también se llenará de polvo. Ahora estoy en un lugar más profundo, más real, sin creer, sin llorar. Mira el alba y también sabes que puedo ser devoto, pero aquella noche no pensaste lo mismo, y vuelves ahí cada día y te das cuenta de que eres tan sólo un rayo o una tormenta. ¿Acaso la naturaleza te hace pensar lo contrario? No nací de ti, y tampoco vengo de ti. Lo que creo ahora es distinto de ustedes. Me voy con mi cuerpo de niña y no tengo motivos para detenerme. No necesito de tus miradas, no necesito.

   Voy con los pies descalzos a mirar el Sol y me quema, mira lo que soy, me lleno de emociones y de verdad, soy una mala réplica de lo que debió ser el Mundo. Ahora que construyo mi Mundo me doy cuenta que la ilusión vive sólo para unos pocos, y después de un tiempo nos abrazamos perteneciendo a un Mundo inestable. Créeme que amo, como los hombres, con descontrol y furia, a veces con locura. Quiero poseerte, quiero tenerte entre mis brazos para aniquilar la última gota que te hace ser algo. Saber que me puede doler tanto también es dulce, y arrancas una flor si te gusta y miras con odio aquello que no entiendes.

    Ayer yo nací y ahora hablo el lenguaje de los hombres pájaro, esta carta es para ti...te conocí ayer y ahora te encuentro en cada hombre, no eres distinto de nadie, déjame destrozar algo más, y déjame quererte. No creo en tú plenitud porque no la entiendes, y estamos todos sintiendo demasiado. Aquel libro que escribí hace mil años también hablaba de lo mismo, vez que soy viejo, vez que ya he destrozado demasiado y sigo en pie con mi mirada dura. Ven a decirme algo si puedes y no quiero escuchar tus verdades, quiero sentirte, estremecer, gritar contigo, y desmoronarnos en un sentimiento aniquilador. Sentir así puede ser demasiado, pero los niños si lo hacen, y esos crudos que te miran riéndose entienden más que tú. Cuando los observas te das cuenta que de seguro son más viejos, porque significa que han nacido mucho antes que tú porque vuelven a este Mundillo con esos cuerpecitos débiles pero de miradas angulosas y talladas por mil ángeles. Ya no te creas algo, lo eres, no puedes escapar.

    Y que sí te gusta demasiado, y que si puedo poner mil palabras sobre mi boca. Aquel adulto que me mira se encuentra a él mismo, ¿Quieres que saque más de ti? ¿O sigue doliéndote dentro? Ya me aburrí de las condiciones y las reglas, odiarme es odiar al Mundo. Cuando me vez, las flores del jardín se queman, los puños golpean y los rostros hacen muecas. Deseo, deseo, deseo. Esto que escribo es una enorme disculpa, conmigo misma, con todo lo que llevo puesto. Ahora. en un breve suspiro me saco mi máscara y me presento:

    "Querido nadie, no me conoces, pero yo a ti sí, sé que me lees con apetencia si has llegado a este punto, cierra tus ojos ahora, dentro tuyo vivo con más claridad. Cuando te siento también lo disfruto, y me lleno de ti. Es grato escuchar esto cuando lo menciono de alguna manera, porque hace falta quererse, desnudos, tibios, serenos. No te cuido, no consuelo, no busco ni espero. El ego ha llenado grandes mares de locuras, y proyectar las mil imágenes del Mundo sólo te hará fuerte. y es falso cuando un hombre intenta racionalizar demasiado, y viene con todas sus ideas y sus palabras usadas. Mírame, dime tu verdad, ¿Te duele que exista o te agrada? yo ya no tengo capas sobre mi piel y el Sol me quemó las entrañas, dime algo y te querré desnudo, porque así te veo. Ese hombre viejo también padece de locura, y me mira incrédulo. Deja ya esa máscara de niño viejo. Todos fuimos siempre niños, algunos vivieron demasiado, yo te miro y me alegro de estar ahí".

     Después de beberte el vino, ves a una mujer, como un pañuelo de seda, sentada ante el altar de tú vida, y los mil amigos que hiciste en el camino se postran viejos ya de tanta vida y tanto canto. Sacrílega es la gran madre del Mundo, pronunciar su nombre es demasiado, su mirada te marcó toda una vida, ella muere y es fatal. Ahora hombre, tienes el fruto prohibido del conocimiento y yo tengo la copa que te llena la vida. Matad si es necesario, arrancad los dientes y los ojos. No me siento a esperar porque he esperado siempre de la misma manera. Mira lo que he hecho con mis manos y mi vida. Querías leer aquel libro que oculté en mi cuarto, y nunca supiste que las palabras son inútiles entre nosotros. Los Dioses han despertado y se ha iniciado en la época una nueva historia, más clara, más verdadera, escrita en el antiguo idioma de los escribas, cuando eran niños en un futuro lejano que ellos mismos desconocían.

     Vivo y viviré una larga vida, espera esa aventura que he de entregarte, cuando me conoces tocas el fuego, quiéreme como se quiere arrancar a las flores más bellas que yo siempre estaré viva en tus ojos. Soy ser y espíritu. Alma encarnada de las voluntades más fuertes, cuando llores te haré fuerte, cuando me escupas miraré al Cielo. No quiero. Poseo.



jueves, 26 de abril de 2018

Ser íntimo

Haz llegado ya,
niño de las entrañas,
puedes contar las cosas como son,
y ya no tienes trabas en el alma viva.

Sé que sabes sentir el dolor,
y aferrarte al placer que te entrega el vivir,
también respetas tus soledades,
y has llegado sólo a enfrentarte ante mí.

Logras mirar el Mundo lleno,
el cálido sentimiento que te hace alguien,
ahora quieres ser el que observa detenidamente,
y espera con calma dónde poner su palabra.

Los corazones danzantes pasan cerca tuyo,
unos captan tu oscuridad y otros huyen,
quien te observa también teme,
y lleno de lujuria quiere hacerte suyo.

No descanses sobre la tranquilidad de los días,
corre dulce niño colérico,
tus zapatos de cristal se transformaron en barro,
y de tus ojos nació la llama viva de la verdad.

Nunca pudiste poner límites al conocimiento,
nunca te aferraste a una forma de ser,
todos son tuyos en la época de las Grandes batallas,
porque hace falta una mirada dura y sincera,
para enfrentar al nuevo corazón que se avecina.

No quieres nada y te entregas al Mundo,
desnuda y con los pies rotos,
sigues caminando sólo para mirar el Cielo,
¿Quieres realmente entender de qué está hecha la fina materia?





martes, 27 de marzo de 2018

No Consuelo

Mi madre también solía mirar a las estrellas.
Mi padre en cambio sólo se limpiaba el barro de sus zapatos,
él existió demasiado, ella vivió.

       Hace más de mil años, entendí algo. Cuando era niña, aún lo sabía muy bien. Contar historias era algo importante en el pasado. Hoy son viejas costumbres, que me hacen, ser algo.

       Mi madre me levantó la mirada, no conocía más abrigo que la voluntad de vivir. Todas las demás son historias sabidas, los juegos, los castigos, las miradas cómplices, la inocencia y la juventud.

       Viajé por mil lugares distintos, en el corazón de los hombres. Más no terminé de conocer jamás. ¿Habrán saldado sus cuentas ya los mil niños del Mundo? Dicen que las voluntades más fuertes son tiradas de cabeza desde el cielo al Mundo, como niños que escriben cuentos y canciones, que pintan al Mundo como a ellos les parece. Que no juzgan, entienden. Y que se destruyen a ellos mismos con tal de nacer cada día.

      No quiero llegar al final de esta historia, pero las llevo todas dentro de mí. Conozco lugares ocultos en los hombres sabios, y también tengo las llaves del Paraíso perdido.

      Al final de este libro, sólo seré un niño.
      Escribo para mí y nadie más.
      Son mis grandes secretos.

"Sé que lees con la vista fijada al Cielo. Pero con el corazón en la Tierra".  Pequeños Hombres.


Imagen relacionada

Himno

Corre, lejos
hacia las Tierras Sagradas.
Venid a alumbrarme, y
a lavarme los pies,
que la sal reaparece en cólera.

Los niños comen pan y piedras.
Los viejos recogen sus propias cenizas.

Quienes se enteran ignoran.
Nacimos de la misma sangre.

¿Sabrás acaso abrir la última puerta?
¿...o ignoras aquel deseo a causa del dolor?

La última vez fueron todos débiles,
como niños que no saben del hambre del Mundo
porque no la padecen.

Escribir ya se ha vuelto doloroso,
no soy la que está sentada
mirando al Mundo.

Eres un Ser de carne y hueso.
Cuando el himno acaba,
te vas con todas estas palabras,
ignorando mucho más.

Donde soy uno, soy todos.
No callaré ni la última gota.
Mi corazón arde en llama viva.
Cambiar es importante ahora.

El momento de la transición ha llegado,
ya no puedes inventar más personajes,
para este Mundo inestable.
Incorporando más.
Siendo más.
Sintiendo más.

Valoro hasta el último suspiro,
tú madre gritó cuando te vio nacer.
Respirar fue algo difícil, ¿Sabes?
Nunca estaré de la misma forma,
desde hoy.

Me he convertido en Dios,
madre mía, que nadie calle tal regocijo.
Pulverizo con la mirada,
azoto con mis manos.
Voy directo hacia el Mundo.


Imagen relacionada