martes, 15 de marzo de 2022

Arbol Completo

 Tras unos años de haberme alejado de la escritura en búsquedas diferentes, viajes, estudios y trabajo, vuelvo aquí, a un lugar de recogimiento. Han transcurrido varios años y el mundo junto con quienes lo habitamos esta transformándose.

Me cuesta un tiempo habituarme al medio de la escritura, después de un largo receso. Creo haber tomado este receso para respirar y conectarme con mis genuinas experiencias. 


Siento que todo dentro mío ha cambiado a partir de las últimas experiencias decisivas en mi vida. La juventud se me vuelve temeraria y siento necesario tomar un descanso. Todo lo que vivo se vuelvo un mismo vínculo que pretende cultivar la manera en que siento al mundo, tanto él como ella se me presentan como entidades luminosas y consagradas. 

Ya no logro entenderme con mi pasado que luce lejano y deshabitado, y con tal forma de no identificarme de forma alguna con mis recuerdos, logro soltarlos.

Soltar el pasado y atreverse a la transformación, porque los tiempos van a seguir cambiando sin detenerse. Sentir esta nueva etapa de individualización, es un triunfo para el alma. Escribir poesía es una dimensión interior que siempre me ha traído reposo admirable. 

Ahora podría escribir desde el sentimiento, que todo lo que ha quedado atrás ha sido un sentimiento maravilloso que ha permitido el crecimiento interior. Quizás ya no sea necesario escribir, porque en las palabras hay dolor, hay dolor y comprensión del pasado y los recuerdos. 

La poesía tanto sólo se puede escribir hasta ciertos años de la vida, cuando es muy íntima. 

Luego entra la gran maga, la Literatura que habla de los amigos. La vida ya no es un sueño, ni un intento de un sueño. Todo se observa más claro y luminoso, porque su sombre se ha enriquecido con su mirada.