miércoles, 2 de mayo de 2018

Antes de cualquier cosa

Antes de cualquier cosa quiero darte un espacio,
aquí puedes nacer sincero como realmente eres.

No recuerdo ya tanto tiempo que esperé para hacerte nacer al fin,
aún queda tanto, pero aún sé que debo convertir este inicio en el mismisimo retorno.
No te vi venir con miles de palabras, ni menos con un castillo dentro.
Así nació un niño más sobre el Mundo de las causas perdidas:

    Supo a Tierra, supo a nostalgia de un recuerdo del verano hace 10 años. Su nombre también supo  pronunciarlo hacia sus adentros. Baltazar, aquel viejo hombre que retornó siendo un  niño, siguiendo a su estrella perdida. Aquel sacerdote que no tenía anhelos, sólo nostalgias del porvenir, el regreso al hogar y el dolor. El deseo intenso hecho una realidad de pesadas causas, rompiendo con un espíritu más infantil que sí mismo. El Dios del cielo, omnisciente te cubre los ojos, no sabes aún de aquel sentimiento que te hace ser todopoderoso. Eres Rey y Mago y nadie te ve realmente, eres paz y cadencia, ternura. Tú, Dios, eres abstracto y trascendente, se oculta para no ser percibido, cuando se inunda por fin la sala con tú ser, disuelves a lo largo y ancho tú gran sentido, de vida, de eternidad. ¿Me puedes enseñar más sobre tus estrellas en el Cielo, y me puedes decir, más bien, todo lo que se esconde en tú rostro? Identificado como un Rey, siempre fuiste pobre, solitario, bruto, un mal personaje; en cuanto a lo que realmente entiendes, no me digas más que el Sol no se oculta tras de ti, que lo veo encendido con una llama inmensa sobre tu abismo.

     No logro separarme de tú esencia, saco tu piel y tus entrañas y aún eres sal y pies descalzos.
Te desnudas, vas al lago frente al pavor de mil sensaciones dentro de ti, te das vuelta y sólo dices, pocas palabras que han de importar. Siempre te vi a los ojos, no aquellos con los que ves la realidad, sino aquellos con los que ves el caos, y te atormenta. Quieres sacarte, de una vez por todas, todo lo que nos hace humanos, das rienda suelta a las mil posibilidades y te quedas quieto. Aún así miraste con frialdad a través de tú muralla, y te detuviste para recoger una flor, Baltazar, Baltazar, vuelve a tú cuna que aún hay mucho que soñar.






No hay comentarios:

Publicar un comentario