lunes, 18 de junio de 2018

Dormida

Sobre los cuentos que escribí cuando pequeña, he querido contarlos siempre:

      Nunca me explico bien, nunca fui totalmente sincera, nunca supe como estar;  trabajo en mi calma. Estar tranquila siempre fue una manera grata de ser. No teníamos tiempo para preocuparnos realmente de nosotros cuando siempre nos deteníamos a recoger una flor con espinas. Queríamos ser distintos para poder estar de forma clara, luminosa, y ser sinceros para los demás. Nos equivocamos.

     Ahora puedo estar más sereno, ahora quiero decirte que podemos seguir caminando por el mismo sendero y seguirnos los pasos. ¿Porqué no nos detuvimos antes a mirar al Cielo? Callábamos todo lo que sentíamos cuando sólo queríamos gritar. Y aquel día en que nos vimos de frente tú sí sabías lo que yo sentía y estábamos totalmente solos en el Mundo. Siempre pudimos ser cualquiera, siempre pudimos escuchar los cuentos de todos lo demás, en un momento nos hacíamos grandes.

    Perdón, no quise romperte esa piel,  nunca estuvimos preparados para crecer. Evadíamos y nos echábamos a correr, siempre absurdos, siempre locos y desentendidos, era fácil querer reír. Nos alojamos entonces en la mejor de las ciudades, nos volvimos rectos y empezamos a trabajar, con mil ocupaciones para olvidarnos de todo. Sé que ser frágil es una forma delicada de ser, en este Mundo inestable hay un lugar para nosotros. Mentimos fácilmente para creernos inútiles cuando sabemos la verdad.

    Escapamos de una infancia ridícula, nos castigaban porque entendíamos mucho, no nos dejaron jugar con barro, no nos dejaron burlarnos de ellos. Ahora que hemos crecido no nos olvidemos nunca de quienes éramos. Corrimos tomados de las manos para seguir jugando y al final del día nos sentíamos más humanos. Pensamos que no tenían más espacio para unos cuantos niños rotos, pero fuimos tantos que nos quedamos atónitos y sólo quedaba la llama viva del humor. Ellos finalmente se cansaron y volvieron a verse de pies a cabezas.

     Vivimos dentro del caos, somos lo mejor que pudimos ser, nadie nos quiso ver como nos convertíamos y aún así llegamos siendo tal cual éramos. Hablamos de una forma más simple, menos pesada, a veces inentendible, y hacemos grandes garabatos para expresarnos, lucimos como idiotas. Nunca seguimos las reglas, nunca entendimos nada, siempre nos equivocábamos, eramos realmente torpes. Aprendimos a reírnos y a veces parecíamos serios, tan serios que nos olvidamos de recoger las flores del camino porque nos parecían demasiado bellas.

     Hoy parece ser que el día es más claro, las estrellas iluminan más y tiendo a dormir mejor. Os quiero realmente, y me disculpo por encarnar al ser más idiota en esta Tierra. Sacando más, siendo más.







No hay comentarios:

Publicar un comentario