domingo, 5 de agosto de 2018

Sobre todo lo que no dijimos

Y verte crecer en el tumulto era de manera única y fatal,
sabía a brotes de semillas nuevas y también un poco a licor, de esos fuertes,
notaba en tú voz un tono nuevo, pero profundo, allá dónde lo oscuro se vuelve necesario.

No recuerdo ya la última vez que dijimos no, cuando el paraíso se iba volviendo más optimista en el pesar del tiempo, y aquel sitio al que le teníamos miedo, también era puro devenir del Mundo, ir y venir, en constante aflojo de nuestro querer.
Cuando decidíamos quedarnos por más tiempo, vimos que entre la multitud había en qué reparar, y no sabría decir exactamente aquello que lo hacía real, porque tanto sudor y tanto sentir, era también una forma delicada de ser, y los rostros que alguna vez fueron verdaderamente rectos, se transmutaban para parecer oro.

Yo lo sabía, y era temprano para parecer maduros, nos quedamos felices sintiendo más. Mira que hemos despertado antes que todos, íbamos a ver el Mar y te contaba una historia cuando quería decir algunas pequeñas verdades un poco toscas, pero en un pestañear, vi como tu rostro se oscurecía por la Marea fuerte. Ahora ya es fácil, parecer únidos en el Mundo; me di el tiempo necesario y sobre la balanza una pluma era demasiado fuerte, nos bañamos mil veces en plata y saboreamos el néctar de las flores; nos seguían con la mirada para vernos bailar y las sonrisas colmaban la miel del Mundo.

Existen aquellos rostros que nos marcan, que van plantando de golpe, caminando rápido, mirada ligera, labios enmudecidos, rostros serenos. Te toman sacándote una vez más de aquella Tierra prometida, para ponerle fin a ti, que creíste que ya era demasiado, cuando demasiado sólo era ignorar mucho más. Tú tez era distinta, siempre fue más con el Sol tocándote cerca, sabía mirar y sentir, caminando un poco rápido. Habíamos cambiado antes, y volvíamos a hacerlo, parece ser que ha pasado demasiado tiempo sentada al borde, y que ahora podía romper de golpe un  Mundo entero:

No compartas lo que late fuerte, no distraigas
existe una ley que nos alcanza cuando miramos bien,
se oscurece una parte para hacerse fuerte,
no parábamos nunca de entenderlo para ser más,
aquello que estaba vivo era de color ámbar.

Corría en tus venas queriendo ocultar demasiado,
tus ojos delataban la existencia marcada,
tus pies posados en la Tierra, el Sol naciente,
no escribimos para nada más.

Era más oscuro el cielo en la noche temprana,
unidos son quienes rompen el Mundo, pereciendo una parte,
no hablan, nos dicen demasiado, detente un poco,
demasiado fuerte corre por sus venas.

Pasa unas horas tendido en el jardín,
mira bien dentro, ahí sucumbe el rito, el huevo órfico,
nombrar las cosas, desear lo que hay del otro lado
te inicio nuevamente en mis secretos.

El cuerpo, tengo una mirada para ti, se escucha a lo lejos un canto irreal
naciste para llenar mi sombra, seducidos por la ley que nos marca,
ayer era Tierra y viento, hoy soy marea entre tus aguas,
lo que se ha perdido y encontrado, se vuelve a encontrar muchas veces.

Hijo de la riqueza y la pobreza, te vistes de negro
en nadie el parecía, de formación lenta, suave fruto y reposo
el ciervo te monta anunciando, inocencia y candor de vida, mengua una parte,
que lo oscuro sea fruto de la verdad, tu entendimiento es el mio.

La belleza se reconoce frágil, el grito cala ondo en la piel,
vulnerabilidad, tú miembro recoge la energía callada del deseo,
creador y demiurgo, la cercanía del vacío, te oigo bien, entre mi pecho renace,
reproduce aquellas palabras sagradas, reencarna el pájaro fuerte.

Sobre el caos nace una piedra, que ha de ser huevo en su infinitud,
pulida en su afanoso trabajo hacia el silencio, brilla más sobre el campo y los árboles,
quiero nacer nuevamente de ti, sintiendo aquello que brota espontáneamente,
un pájaro a nacido, un Dios ha nacido, yo te nombre, en secreto.








No hay comentarios:

Publicar un comentario