viernes, 4 de enero de 2019

Plenitud a mitad del Camino

Ha nacido la nueva Diosa real para reconfortar a la que vive dentro,
por fin Amar es una palabra poderosa, y el jardín se enciende en plenitud de cantos y caricias.

Hoy voy tras los niños dorados como el Sol, hoy escribo parada ante el gran abismo para hablar del Amor, el que engrandece con sabiduría, cuando al final del camino, cuando ya hemos llorado demasiadas veces, un abrazo es el eter.

Volved los corazones luminosos, te encuentro grata y plena,
mujer enaltecida que con tus suaves cantos abrazas al jardín entero,
y hoy sabes que con poco puedes sanar a un Mundo.

Quiérete como a los pájaros, libres y simples, y en el bosque encuentrate nuevamente,
yo recogo flores y las admiro, entendiendo más sobre la necesidad que cabemos,
y en el atardecer sonríes, a la orilla de un río, junto al viejo y el sauce.

A la vuelta del camino vive ella, tentando al destino, y amando lo tierno
las flores posadas en su cabello son estrellas, y su piel iluminada te encuentra suave,
ayer veía pétalos en tus labios, decorosos, cálidos; hoy los toma con cuidado y reposo.

La Gran madre, la doncella, la anciana; el Maestro de los Maestros, este hombre convertido,
halla en su lugar un abismo interminable que todo lo domina, el amor, vínculo primordial,
lo que permanece inmutable, en el bosque volvemos a nosotros, querido Mundo.



A ti te escribo ahora, anciano en las profundidades del bosque, que habitas quieto, sereno, totalmente lleno de ti. Te pido que veas el gran Sol que he creado para ti, y que ante los ojos humanos, habites tiernamente en el nuevo amanecer, el verdadero, que se inunda dentro para recibirnos nuevamente como absolutos. 

Te vi crecer, te hallé un camino, sembré los necesario para darte el aire y la pureza, lo demás vino como fruto prohibido, haciendo necesario cada caída, para convertir la sal en lirios.

La visión del corazón es honesta, y escribo para ti, que me hallas sabia, y te espero cada día y cada noche con ansias, a la que escribe, a la que es poeta. No decaigas cuando con Amor te levanto y los niños te esperan, ellos solían esconder sus rostros y hoy te miran agradecidos y llenos. 

Yo soy vibración, yo soy verdad, en mi la liberación se haya inmensa, la intensidad de la vida se vuelca poderosa, yo encuentro lo necesario, yo te sano, y en un cálido abrazo recogo una parte de ti, para mostrártela hermosa; y viviendo en tu abismo lo encontraste puro, y mirándote dentro te reconforté. 

Hoy te escribo con total amor y libertad, hallo tus ojos enormes y despiertos y me llena de gracia y vitalidad afrodisíaca.  La hija del Sol que vio la luz muy temprano, que no tiene comienzo ni fin, te encuentra y con dulzura acoge tus manos y pies de encanto. Impregnando de mi sustancia a la existencia completa yo hallo la respuesta para tus ojos y tus labios, para tus oídos canto y recogo una flor que es real, llamada oro. 

Tú eres la luz de la verdad, como un ave del paraíso te alzas ante el Mundo. Prefieres la hierva que brota en la mañana, pura, y las hojas verdes junto a las flores del camino. Ellos tuvieron miedo, en el jardín más brillantes los pusiste a cada uno, dando un poco, dando todo; y de a uno florecieron, siendo el sentido de todo lo creado.


Diosa renace, haciendo sobre ti, el Mundo entero.