lunes, 3 de septiembre de 2018

Mi mano, sobre tú corazón abierto

Y despertaba de nuevo con esa sensación de haber sentido demasiado mientras mis ojos lucían cerrados, y dormía. Ayer escribía versos simples y ahora se transforman totalmente, para parecer más nosotros, y queríamos correr y vivir más y llorar todas las flores, escucho una canción y los días vuelven a ser gratos. Escríbeme alguna vez, escríbeme más, y más fuerte para poder escucharte bien y dejar de pensar tanto.

Un poeta recoge una flor, un poeta llora al caer la noche,
enamorados del Cielo y de los árboles, en la montaña el viento es más.

A ti tengo muchas cosas que decirte, vejez intrépida y descarada;
necesito, gritar algunas cosas que me suenan a verdad, dame un momento,
y ahora nos conocemos de nuevo, ha pasado tiempo, no creas nada:

Ya hemos escuchado demasiado, y llegaron gritando y haciendo ruido, el silencio era tan  poco,
teníamos que taparnos con frazadas para volver a dónde queríamos estar. Hacemos nuestras maletas para irnos de viaje y poner en la balanza algunas cosas más.

Carta a mi amigo, el que siente:

No me cuentes, otra vez volvió a pasarte, la vida por encima, y te destrozó un poco, y lloraste tanto que por dentro creciste. Este viejo del que te cuento volvió a hacer de las suyas, y terminé dándome cuenta de todo un poco, porque sabía escuchar, y me acuerdo cuando me contaste algunas cosas tuyas, que parecían sinceras como siempre, y me golpeaba, tan fuerte que se me derrumbaba el Mundo que había construido. Puedo contarte, que he aprendido a escuchar las voces que suenan despacio y los ritmos de los corazones abiertos, si me concentro también lo siento, la flor se había abierto, y tenía muchos pétalos.

No me leas amigo, no me leas. Puedo quedarme a hablar un poco más, cuando me propuse escribir el libro del que te hablé, lo sabía demasiado; y me has ayudado un poco cuando el puñal que llevabas puesto en el corazón dolía. Me has ayudado más, cuando fuiste una copa y te quebraste, cuando fuiste el Sol, Mar inundando todo, y la fuerza completa del dolor.

Ahora me río por que soy pequeño, y cuando te veía a ti escribiendo y luego saliendo a la calle a jugar para alzarte de nuevo ante las barreras, rompiendo límites, haciéndote con las mil Guerras;
te quise, te quise atrapar entre mis manos y jugar, jugar como niños. Me hiciste feliz, tú que lo sabías todo, que fuiste muy joven también para poder reír, y viejo para entablar conversaciones profundas.

En el cerro cumplimos nuestras promesas, ahí volvimos siempre a encontrarnos con los amigos. Te acuerdas esa vez que parecíamos lejanos, y trababa de entender aquello que te hacía grande, y me enredaba en mis pensamientos, de niño de luna.

A mis pasados, le dedico unos versos finales, adios, adios, que has crecido demasiado. Leamosnos mañana para seguir sintiendo más. Amigo, has hecho de nosotros un viaje, las tormentas son brisas cuando volamos cerca, cuando solíamos correr por el bosque, prendíamos el fuego interminable. Ahora reposas, respiras, te alivias un poco, un poco más. Te escucho, en silencio, nos convertimos en pájaros.

Viejo amigo de los viajes, viejo amigo del peligro, de la locura, de la mirada fría, y los recuerdos, me conoces.





No hay comentarios:

Publicar un comentario