miércoles, 17 de octubre de 2018

La confesión

Empecé a escribir sin haber conocido de que se trataba, y volqué una parte, la más clara, muriendo una vez más en el viejo Mundo. Aquellos me recibieron y adoptaron, como una más; los vi completos, y me deslumbré ante ellos. Quisieron que una vez más se repitiera el Mundo, los seguí, sin prisa, y hondamente me inundé, hasta poner fin a lo que llamábamos real.

Y lo volví a ver, y los encontré nuevamente, uno por uno, reunidos en un vaivén de emociones. Aquí confiero una página, y también sueños de los que tengo que hablar. Ayer perdí a algunos y a mí. Hoy los vuelvo a encontrar:

Este canto es unión y belleza, te observo frío
crearon para ti algo esencial, y viniste a marcarme,
el ritmo suave se asemeja a la fría mañana de lluvia,
nos levantamos sólo al calor del Alma, pequeños somos.

A veces por las mañanas, me acomodo fuerte sobre mí. Porque es difícil decir algunas cosas y lloro. Y aquí sentada nuevamente ante la Gran puerta me prueban, y no acepto tales tratos, porque una vez me quisieron también, pero el Mar era inmenso y el Sol quemaba. Ya no me dejes sin descuidos, ya no intentes decirme cosas al oído. Basta nuevamente que estamos juntos en esto, y no partiré sin decir adiós, fuiste generoso.

Los lleve como siempre al bosque, inundado de calma, y esa furia acumulada se volcó sobre los árboles que ardían cándidos. Vieron ellos todo, mientras el bosque se hacía inmenso. Llevo años contando historias, y me pierdo aquí, donde los hombres son enormes y las danzas en la noche caen desarmadas.

Me calmo un poco, tomo un té al comienzo, pienso en mis días y no es cómodo. Como decirle la verdad, como expresar que ese viejo huraño que sabía mucho estaba aquí, sentado ante el umbral, recitándome al oído sus historias de Mar. Y creamos un niño, el más necesario. Te cuento que está sano y a crecido presuroso, el calor de sus ojos seguirá inundando todo como lo hicimos mil veces. Se tuerce y se retuerce gritando que está vivo, sólo yace de puerto en puerto, el Mar le ha dado hogar, cuando el viaje es siempre la casa. ¿Llegará a verme algún día? ¿Se enterará que nosotros tramamos algo? .

El viento lo ha llevado en su vientre,
La Tierra es su nodriza.
Claro es el camino de oro, sus pies retoman el camino.


Tú abuelo te ha dejado algo, en el verde puerto de las Islas nuevas, conocerás una mujer, que de oro siembra flores en su jardín. La luz de sus ojos iluminará tú alma, yaces sólo y volverás al centro y a todas partes. 

El niño corre, el niño llora, el niño cae sobre una gran fosa hasta el fin del Mundo. Dormiste entre cadáveres y entendiste algo. Tus emociones afloran como la selva africana. Quédate quieto un momento, voy a decirte unas cuantas cosas ciertas:

No deslumbres, tropieza, el nido de pájaros está pronto a volar. Es la época donde florecen todas las cosas, tomas tú copa y antes de que despierten te tomas la última gota. Para ti a sido único, el día en que te vimos nacer, no estás cerca aún pero te veo claro. Lejos estás y pareces maduro. Las frutas dulces son buenas, el jardín se ha llenado de colores, tu tortura es la época de la verdad. 

Querido amigo poeta, si has leído esto, significa que ha pasado mucho tiempo, disfruto de la tormenta y con calmado compromiso vivo la vida. Me enamoro cada día, y la muerte me pisa los talones. No te escribo, no pretendo conocerte. En las mañanas me retuerzo y vomito, caen lágrimas negras en el piso frío. Hago tremendas tragedias para sentirme interesante cuando habito como un bicho mi habitación vacía. Demasiado serio es inútil. Cansado con dolor me acuesto, en mis sueños ajeno vivo más. Afuera de mi casa hay un árbol de manzanas, subo de vez en cuando por sus ramas y respiro, el viento agita sus ramas. El viento agita de vez en cuando. 






domingo, 14 de octubre de 2018

Antes del Impacto

Te atrevías a venir con tus historias nuevas acerca del origen de las cosas, y me retaste iracundo por mi gran ignorancia, la más dulce; y reía pensando que no era gran cosa. Esto para mi es una caricia, la más suave.

Ayer te vi pequeño, hoy te veo tal como eres, y es un poco odioso, es un poco lo mismo. Veías sus manos temblando y te recorría como pájaro al alba. Lo viste en su expresión humana, y podía seguir siendo demasiado, eternamente.

A él le agradan sus heridas, su naturaleza repugnante que lo cobija con piedad maldita:

Ellos hablaron sobre los Dioses,
retumbando escondidos, ellos pesan ahora,
la memoria de estos años se retuerce,
secreto humano, rompiendo algo.

Ayer un rayo me hizo fuerte,
la tormenta caía y estábamos de pie,
el aliento recobró algo inexplicable,
la profecía que inventé era insana.

Naciste para ser verdad, dulce cadencia,
te caíste para parecer rota, completa en tú necesidad,
mirando le sonríes, las viejas respuestas,
despojado del Alma.

Te sonrojaste, tú amor es devoto,
te sufres, no quiero hablar demasiado tiempo,
no estamos preparados para encarnarlo,
te quiero rota, divina joya.