jueves, 7 de septiembre de 2017

Una vez más


Empieza a sentir el pequeño rose sobre tú corazón...

 A cada momento una parte de mí se resbala tras el velo,
he comenzado ha inventar mil mundos para estar en calma,
hace un tiempo, recordé una historia,
de un joven a quien le sonreí,
muy dentro, su mirada posada en la noche, me miraba,
aunque su piel semejaba un azul pálido,
entendía más de la noche y el frío. 

Cada vez se encendía con mayor fulgor
la vela que refulgía en su interior,
llevaba una gran nube
sobre sus ojos y sus labios,
y cada vez que el mar gritaba,
llovía también dentro de él.

Varios veces pensé,
que era fácil decir algunas cosas:

"Había un hombre,
de ojos de oro y mirada vacía.
Escondía los mayores secretos,
de su propio reino.
Tal reino era enorme,
y cada noche, cuando dormía,
tenía el mismo sueño:
Venía la inocencia con su traje de plata
y corona de estrellas.
Alzaba la voz y cantaba una canción para él,
él nunca había escuchado nada igual,
contaba a la vez una historia,
que hablaba del Sol, cuando nació,
tenía los ojos color oro, y su mirada perdida,
le costaba observarse a si mismo,
porque no había luz que lo reflejara,
vago mucho tiempo por mil mundos,
buscaba a la Luna tan esperada,
le contaron que estaba hecha de plata,
y sus ojos eran de luz pálida,
su voz era tenue, y su mirada profunda como el mar.

Hizo mil viajes, 
y conoció el vacío  en las profundidades del Mar,
cuando llegó al final,
ya era un niño,
se posó sobre un manto cálido, que lo cubría profundamente.

-Ahora que eres niño,
puedes nacer de nuevo-,
-dijo la inocencia-,
porque entiendes mejor que nadie 
el sentido de todo ser.

El Sol pensó una vez,
y pensó una vez más:

He vivido mucho tiempo,
conmigo mismo y mi luz,
ahora puedo partir nuevamente,
a entender las cosas que me hacen ser,
lo que realmente quiero ser,
y me enseñaran dónde debo estar,
a cada momento que escuche algo en ti.

La inocencia miró al Sol,
y luego de a poco comenzó,
describiendo quien era ella, antes de conocer al Sol:

Luna fui,
acaso pude ser mejor, pensó,
volví mi mirada muy dentro, muy dentro,
y desee ser Mar,
en mi soledad sobrecogí las cosas,
y aprendí a mirar, aprendí a sentir,
ahora nuevamente,
consciente subo al cielo,
para alumbrar sobre la cumbre,
ante los ojos de oro.











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