lunes, 11 de septiembre de 2017

Mi viaje -primera parte-


(8 de Enero, 50 o 60 años atrás, primeros días).

"A mis 22 años y experiencias."

-La obra destinada a trabajar en lo profundo necesita años de soledad-

Recuerdo ese momento en que leía,
apoyado sobre la ventana que dejaba entrar una luz tenue.
Levantó su mirada, y sus ojos eran tan claros y transparentes como el Mar.

-Pequeño niño- digo- recuerdo siempre esa mirada cálida,
que traspasaba la barrera del tiempo y el mundo. 

-Aquí yace el sueño apacible- responde- quien quiera 
adentrarse a ese sin fin de misterios y miradas,
deberá abrir el baúl de su verdad. 

"Creo que bajo este gran velo que nos cubre,
se teje un mundo hecho de cristal".

Yo veneraba realmente a esa presencia, el torbellino de figuras.
Por eso siento esa extraña sensación de melancolía,
cuando ahora en su ausencia recuerdo esos cálidos días.

Entre la juventud tibia,
intentando sonreír y mirar de forma sincera,
Yo podría a ver quebrantado las reglas,
podría haberme quedado.

Como acontece con los hombres de mirada sincera,
hay una figura para ellos que los marca,
van como guiados hacia los seres que los esperan,
están construidos de materia palpitante.

Quisiera poder contarle,
toda esa razón que escondía tras sus palabras,
en mi emoción infantil,
en mi inexperiencia dado el tiempo,
le gritaba hacia atrás  todo lo que sentía y
él, sólo me miraba con su vista fijada en mis manos,
tratando de decirme algo,
y en un susurro,
todo aquello que tan sólo te hacía sentir,
sentir, íntimamente,
en tu interior,
unos ojos como el Mar.

En  mis primeros años,
cuando empezaba a aprender sobre la escritura,
y los grandes designios del pensamiento,
nos enseñaban a dibujar, innumerables formas y figuras,
a entender la vida y sus símbolos.
Aprendíamos a escribir sobre toscos trozos de hojas acopladas,
unas con otras,  y el delicado uso del pincel.
Pronto me encanté, y desde esa época,
sigo dibujando y escribiendo,
día tras día, noche tras noche.





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