martes, 26 de septiembre de 2017

Salomón

Salomón era un joven que aprendió a ser mirando las estrellas en el firmamento, sabía leerlas completamente y más aún entenderlas, las desmenuzaba una por una y luego armaba un sinfín de historias y alegres canciones, los niños lo miraban bajo el Sol de la plazoleta de la ciudad.

La muerte de Salomón fue el principio de un final, el niño celeste que nació con mirada perdida. Aquel día de inicios de primavera, era adecuado para comenzar, con tal profundo deseo de sentir. El espíritu de creación se alzo ante los ojos perdidos y Salomón dio un soplo, respiro, abrió los ojos, y empezó de nuevo; a simple vista pareció ser el mismo, pero dentro, muy dentro, algo había cambiado, en lo más profundo ante el amanecer del Sol.

¿Que tienes Salomón? Salomón tenía un rifle que debía disparar, su corazón era cálido, más su mirada se apagaba tras un velo de incertidumbres. En su niñez varias veces había sentido un sentimiento semejante, y cuando recordaba como veía el mundo con esos ojos, sus recuerdos comenzaban a cobrar vida y su mirada se nublaba, se nublaba, para ser más sobre aquel recuerdo.

Salomón había sido creado para entender las formas más simples y más necesarias para vivir dentro de un Gran Mundo de caos. Cuando él miraba al Sol, también nos miraba a todos nosotros. Existía un secreto profundo guardado por la mayor de las voluntades.

Quien da vida, entiende, que todos existen bajo el mismo velo. 




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