jueves, 2 de mayo de 2019

El amanecer Tardío

Los Ángeles nunca habían bajado por tanto tiempo, se le olvido aquello importante sobre el tiempo más débil, aquella era una época al borde de lo que ya no era necesario. Cayendo sin prisa, miro suavemente todo el panorama; ahora se disponía a callar un poco, dejarlo pasar, y dejar la magia brotar espontáneamente:


Dejaron de hablar y la locura vivió su tiempo de retraimiento, ciego la muerte plena
lo miró a la cara; lloraba exponiéndose cuando el invierno tocaba fondo,
había un árbol, porque había sido demasiado, ella miro el lago volviendo de a poco.

Es hora de los pájaros, esos seres extraños sacados del paraíso para recordarnos,
aquel vuela sólo, y alto siempre, mirando al Cielo, extrañando poco,
ese presente enriquecido, podemos dejarnos de lado un poco para mirar claramente,
no quisimos dejarlos caer, nos impactaron siempre, sus alas y movimientos genuinos.

Ya no lo escondas, duele querer parecer otro si no te hallaste tan cómodo en la inmensidad
por favor te imploro, que el tiempo se va cayendo a pedazos, has construido al Sol con tus manos
 acaso no recuerdas las mil veces que viniste a verme, con tu traje de seda y bordados de plata,
nos reflejábamos ineludiblemente, la habitación se iluminaba y eramos felices.

Ahora veo posible desde el cielo, que los sueños se junten con aquello que vivimos,
en aquel Mundo sólo podías contemplar, retírate con silencio ingenuo, el alma pura
nos volvíamos viejos sintiendo que nacimos demasiado pronto, el Ángel roto
las flores comienzan a brotar, girando brillan enaltecidas con los rayos del Sol.

Aunque no quieras hablar te habito con paciencia infinita, aunque quieras esconderte para mi siempre, yo tendré un lugar para ti sembrado con el espíritu de los tiempos, en este punto, la gran  prueba y la grandes puertas se abren para ti para probarte un poco más, dulce, necesaria para el Cielo y los árboles del camino; no te rías tan rápido y no tengas pretensiones. Ellos escribieron tanto del Amor que desde lejos veían el Mar inmenso, te arrojaste sintiendo todo, aquel Mundo separado entre fuego y cenizas. Sentir a veces, la amplitud completa del espectro encantado entre espíritu y alma, los seres encendidos, el amor absoluto. 

Mañana más clara te volveré a escribir mil poemas encantados, me habitaré de verdad, el cuerpo necesario en esta Tierra de preguntas infinitas; en la montaña resguardados he dejado unos amigos que leen las escrituras sagradas y guardan aquello necesario para un mañana, sin prisa pero sin pausa te pienso y te siento, habitándote cada día con más agudeza, una águila me enseña a volar.

Permiteme escribirte, no te duermas demasiado pronto. 






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