Ciertos seres, excepcionales, pueden esperarlo todo y también temerlo todo los unos de los otros, se reconoceren siempre por una fuerza extrema.
¿Quién soy yo?, ¿a quién frecuento?. Entre algunos seres se establecen unas relaciones más inquietantes de lo que yo podía suponer.
Tú, la criatura más viviente y que pareces haber sido puesta en mi camino sólo para que experimente con todo su rigor la fuerza de lo que no ha sido en ti.
Tú, a quien todo conduce al alba y que por esto mismo tal vez no volveré a ver nunca...
Me jacto de saber dónde está el genio, de casi conocer en qué consiste, y lo consideraba capaz de conciliarse con todos los otros grandes ardores. Creo ciegamente.
Sin hacerlo adrede, tú has sustituido a las formas que me eran más familiares y a varias figuras de mi presentimiento.
... ¿A quién frecuento?
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