martes, 29 de octubre de 2019

Claridad

Ante ti me revelo querido ángel de la noche profunda, miras alto y enaltecido; te espero tranquila porque hemos encontrado un nuevo reposo en tú comprensión luminosa sobre las experiencias hasta este momento. Acabo en el silencio y te acompaño siempre. Cuando tengas algún momento de reposo, en donde ambos logramos el interno absoluto:

 ¡No tengo casa! ¡No tengo casa! Se me a engrandecido el alma, escribiendo digo las cosas que alguna vez quise pronunciar con cuidado, hoy dijiste que los poetas escribían para hablar mejor, de a poco más pausado; te escribo esta carta con todo lo que no pudimos decirnos, el camino se ha vuelto muy rápido, yo me quedo en los recuerdos:

En alguna promesa te guardo un lugar dónde estás siendo sauce, o flor del campo. Guardabas silencio como encanto, y te parecía que la música era más grata, cualquier canto, sonido dulce. Es necesario sufrir el lamento de alguna forma que parezca parte del destino, te vi callado.

De nosotros una historia a medias, empañadas de verdades, dolida y querida; la más saludable. Aquí con todos, ¿porqué en tú posición te observo tan enaltecido? Hay una medida justa para decir que todo fue necesario, hasta tus pasiones. Me fui hoy, necesitaba irme, pensando sobre todo esto, a veces creo que nos volvemos más reales, quiero dedicar un momento a escribir, ser poeta y ser delicado; ¿Puedo encontrar una forma de comunicarme mejor? acompañando desde adentro construyo en silencio una historia para ti y para mi que parecemos lejanos.

Este tiempo me he inspirado en ti, y creo que la creación tiene que ver con un sentimiento sincero. Nos pienso Dioses, en esta historia donde podemos hacer lo que queramos porque es tan sólo un juego. Me he inspirado en ti amigo inquebrantable, el del alma, el que se me presenta siempre a mi lado, esta vez único, esta vez único. Estoy trabajando en un libro nuevo, si estás tranquilo te puedo contar algo más; no habitamos el mismo lugar hace algún tiempo, nada de lo que nos han contado parece calzar con nuestra historia, la de la Ciudad inalcanzable, la de la vida inalcanzable:

Queriendo encontrar una mirada divina te vi desprendido de todo lo que los demás hallaban necesario, de alguna forma me pongo a escribirte esta carta y sabes que me daré el tiempo necesario para llegar a un punto en que podamos mirarnos plenos, ¿Ves que aquí sí guardamos un paraíso alcanzable? Cuando ves estas cosas te parecen de otro Mundo, yo también las veo: ¡No puedo hablar! ¡No puedo hablar! a veces me han callado, vidente viviendo desconsolado, déjame decirte unas cuantas cosas ciertas antes de que este día pase:

Sé que vivimos con la vista fijada en el Cielo y que lo que buscamos no estará tan cerca como creíamos, pero después de tanto te he encontrado, dónde no eres mio ni tuyo, tan sólo viajeros dentro de un mismo barco. No puedo hablar como acontece en las grandes Ciudades, guardo historias revestidas de color amarillo, todo esto tiene que ver contigo. Esa noche las luciérnagas parecían un sueño, esa noche no necesitamos nada más que a nosotros; yo tenía una brújula en mi bolsillo, tú hallaste el viaje conmovedor y escribiste unas cuantas canciones esa noche.

¿Crees que es necesario todo esto? A veces es lindo, ver a los amigos envejecer, morirse de vez en cuando y volver a levantarse. Unos cuantos perdigones no le hacen daño a nadie, sabes que sigo siendo un espantapájaros en mi habitación vacía, o quizás una gran cucaracha vacía. Le doy rienda suelta, quedo desnudo ya no hay muchas cosas a las que me quiera aferrar, me gusta que me lean, aquí soy más verdad. Puedo una y otra vez, y dejando de ser aquí para ti:

¿Te puedo enviar una carta? Tus padres se han ido lejos, la gran puerta ha empezado a abrirse, un viejo te susurra cosas al oído, un niño te pide que sigas en pie; seguimos estando. Escondemos un secreto, que ni aquí ni allá abra quien encuentre cordura en estas palabras. Sobre aquel mito vivo una vida incauta, es fácil entrar en este Mundo y dejarse llevar; en otra historia en otro cuento, estabas aferrándote, porque hay de bello en ti al escribirte, hay de bello en ti tanto como puedas aprender a ver con claridad; lo siento he pasado tiempo aquí guardado. Veo distinto, trato de mantenerlo, me reflejo mejor cuando le puedo dar alma a la Ciudad desde la habitación interminable, y nosotros nos volvemos a penas lo más pequeño de algo más grande.

La primera vez que nos vimos yo escribía una historia que ahora entiendo mejor, la historia contaba sobre lo que acontecía en el alma. Aquella reflexión que era sobre el poder me parecía dolorosa, cuando dejamos de ser niños, nacimos en el seno de una familia a la que siempre parecíamos luz; querías salir a jugar siempre, pasabas el tiempo dibujando una que otra cosa y te detenías ante la mirada divina de alguno de tus compañeros. Pronto dejamos, pronto dejamos, y sólo algunos nos atrevimos a mirar más allá, el tenía la mirada perdida, el tenía los zapatos rotos de cansancio, aquel que conocía más allá, que todo lo demás. Tenía que decirte que de alguna manera el silencio se vuelve necesario para dejar tiempo, para dejar pausas, para seguir sorprendiéndonos con la magia.

Hoy te quise escribir desde aquí, a ver si llegabas a algún lugar que pudieras llamar hogar, aquí entiendo unas cuantas cosas que me parecen coherentes, la juventud, siempre curándonos, gracias por parecer despreocupado, por darle rienda suelta a esto que llamamos vida, por ocultar una parte de ti que quizás es la más sincera, por permitirte este momento mágico porque haz encontrado anhelos más grandes, en tú destino. Aquí no soy, tan pronto como aparezco me voy, escribir se vuelve doloroso, los viejos tiempos han quedado muy atrás, quienes me enseñaron se cubren con el velo de la verdad, a penas poco tiempo, a penas poco tiempo y ya somos tan sólo un recuerdo. La vida un respiro, la vida un soplo, un día a la vez, tan sólo un día. Hoy te quise escribir.


No hay comentarios:

Publicar un comentario